domingo, 11 de marzo de 2007

CAFÉ GIJÓN


Mi psicólogo no tiene diván. A él le gusta más trabajar en un entorno distendido. Me cita en un banco, o en algún café o en la cola del cine... En el bar cubano de hoy me he tomado mi cortado y el suyo mientras él dictaminaba que tengo estrés y me daba instrucciones para solucionarlo. Él cree que es una cuestión química pero no se queda en lo científico sino que me habla de la serotonina como de un caramelo y de los pensamientos positivos como de pastillas energéticas. Me recomienda paciencia y objetividad, nada de pensar en los frentes abiertos para los que no hay posibilidad de maniobra, hacer deporte, soltar adrenalina con cuatro gritos, relajarme metiéndome en historias ajenas, no importa si es cine o literatura, cambiar el café por el té y darme de baja en Movistar.

Mi psicólogo es también mi amigo. No sólo no me cobra la sesión sino que me invita siempre a lo que se tercie. No tiene el título (todavía) ni falta que le hace porque ha conseguido en dos cafés que mis niveles de ansiedad vuelvan a ser normales. Es un puto genio. Siguiendo sus indicaciones me voy a meter en la vida de Salvador y, más tarde, retomaré a F. Umbral y La noche que llegué al Café Gijón; en mi próxima visita a ese lugar seré la nueva Sandra y llamaré a los camareros por el nombre.

1 comentario:

isabel dijo...

ansiedá??? a esa ni agua eh?, pero ni agua!

un beso!
/llego aqí recomendá por mr versus/