domingo, 27 de febrero de 2022

AUDREY, la pandemia y la guerra.

La pandemia continúa aunque ahora en Europa estamos más preocupados por Rusia, Ucrania y la Tercera Guerra Mundial. Parece que ya no importan tanto los casos de Covid. Prioridades, supongo. Yo amanezco así siempre que el tiempo, la hora y la gataza no lo impiden.  Tengo la mascarilla colgada en la maneta de la puerta y ponérmela es lo primero que hago al salir. Paso mínimo dos horas al día en el metro y lo que veo es que, en general, se ha perdido el respeto al virus. Gente cantando, hablando a una pantalla, discutiendo con otros que se sientan a una distancia inferior a la recomendada con mascarillas por debajo de la nariz o directamente sin mascarillas. Ahora, cuando alguien tose o estornuda, casi nadie levanta la cabeza.

La gataza es esta. Duerme conmigo y me putea algunas noches sin querer, sin mala intención. Es que a veces el ratón de peluche se le pone faltón y, claro, hay que darle una lección. Ratón contra el armario, ratón en lucha libre, ratón vencido y humillado. M. despierta a la 03.32, 03.41, 03.53. M. enfadada a las 03.54. Vecinos también. Desde hace unos meses soy casa de acogida de animales en situación de necesidad. Audrey llegó la primera semana de enero y sigue aquí a la espera de una familia que la adopte para siempre. Ella es la acogida nº 5 y la primera adulta con la que he convivido. Al principio me daba miedo. Arañazos de Audrey 0 - arañazos de cachorros +1000. 


Durante el día Audrey está en modo adorable y curiosón. Más lo primero. Le encantan los mimos y, como buena gatoperro que es, reparte lametazos a diestro y siniestro, juguetea a esconderse debajo de mi abrigo o detrás de alguna puerta para darme un susto y me sigue por la casa cuando llego mientras me olisquea contrariada. No sabe maullar pero ronronea de lujo. No tiene ni idea de lo que es la guerra pero se pone cerquita cuando veo vídeos de la ocupación de Ucrania o cuando pasan las carrozas estruendosas de Carnaval por debajo de casa, como sabiendo.

El sitio favorito de Audrey es mi cama porque se puede extender en toda su gatunez y porque, además, tiene una ventana soleada desde la que puede cotillear felizmente 24/7. Es muy graciosa -lo dicen el Ian y la Zoe y yo lo confirmo- y está entrenándose para las competiciones internacionales de Parkour.  Le encantan las latas de pollo pollo, otras cosas se las come porque no hay más remedio. Audrey tiene un año y medio y se puede ver que estuvo cuidada un tiempo y que luego pasó otro tiempo en la calle. En modo juguetona da mordisquitos que no dejan marca, en modo superviviente se lanza contra la pared para cazar un hilo amarillo que quedó en el suelo después de que despeluchara mi colgante de la suerte chino.

02/22 Sigo viva. Hay días en los que me río tanto que no importa lo demás. Hay otros días en los que me cuesta levantarme de la cama y, todavía más, pedirle a alguien en mi clase que se ponga la puta mascarilla correctamente. En las nuevas rutinas de pandemia+guerra próxima, siempre llevo mascarilla, hago el vermut el finde con mis padres en alguna terraza, meriendo en casa los lunes con mis sobrinos, reviso las noticias internacionales constantemente y, a falta de búnker, voy acumulando latas de conserva. Tengo pendiente memorizar "Soy amigo" en todos los idiomas posibles y otras cosillas menos urgentes.

Empieza este marzo en martes y es de los pocos datos que puedo leer hoy sin protestar ni malpensar. Lo de los medios de comunicación y su información tendenciosa, para otro día.

Abrazos,
M.