lunes, 15 de junio de 2020

JOVEN


14/11/2016

    Tenían tres frases escritas en la pizarra. Mis estudiantes debían decidir cuál era falsa. Sabían que había dos verdaderas y que no había límite de preguntas.

1. He publicado varios libros.
2. Soy cinturón negro de kárate.
3. Fui 1ª en una competición de patinaje artístico.

Preguntan, preguntan, preguntan. Los pasados los llevan regular. Dylan L. me suelta a la cara:
- ¿Eras joven cuando ganaste la competición de patinaje artístico?

Pongo cara de abuela a la que han robado los papeles que ocultaba en las enaguas. Ejerzo mi poder como Yaya/profe suprema, amenazándole por lo bajini con quitarle puntos de la nota final por listo y me indigno, claro, porque yo sigo siendo joven, mucho más joven que el resto de gente que comparte año de nacimiento conmigo. Estoy hecha una pipiola, solo hay que verme, joder. Entrada en carnes, correcto. Con patas de gallo y cicatrices y polladas varias pero pibonazo del copón. Sin duda.

Lo que pasa es que llega un día en el que te obligan a ser mayor porque discutes con X al otro lado del teléfono sobre, por ejemplo, tu seguro del hogar y le pides, al pringao de turno, el nombre y los apellidos para cumplimentar bien la reclamación pertinente (y por darle entidad al árbol genealógico en el que te estás cagando) y X te responde algo estúpido tipo "En este momento no podemos atender su petición, manténgase a la espera y procederemos a derivar su llamada al agente designado correspondiente" y ahí justamente es donde se apoderan de ti los años que no aparentas. Me parece a mí que, igual, pueden más los años que los colmillos, por aquello de que sabe más el diablo por viejo que por diablo.

No soltemos las fanfarrias, amigos. A Vodafone y al resto de compañías colegas les importamos lo que viene siendo una MIERDA, seamos lo que seamos. Las telefónicas hacen guirnaldas con nuestros meses/años de permanencia y, amiguetes como son de las compañías de seguros, de mis cuatro perras anuales, sacan oro por K.O., por cansancio, por aquello de no volver a discutir, por no quedarse en espera chorrocientos minutos con la puta musiquita de turno. Nos ganan porque son un puto muro impenetrable y porque no nos hemos plantado. Ellos tiran de guion y nosotros

El tema es que, ya puestos en abuelismos, estoy haciendo un master express en "Tocada de cojones Big Time" y habrá que amortizarlo, ¿no?


PaYaso


La y griega mayúscula es primordial, es lo que le da tono a la palabra, lo que la convierte en un insulto y lo que la diferencia de una profesión.

Todos hemos sido paYasos en algún momento. No estábamos siendo graciosos, no llevábamos una nariz roja de plástico, no teníamos puta intención de comedia. Éramos patéticos y teníamos de payasos al uso, como máximo, los mofletes colorados. Como mucho. Clareana llamaba así a Rompepistas (Kiko Amat). Merecido. Solo -personaje de D. Trueba- era otro paYaso disfrazado de hippie filosófico cutrón. Merecidísimo, mal que me pese. No se puede hacer el capullo día tras día y pretender alabanzas.

¿Quién no la ha cagado a lo bestia alguna vez? ¿Quién no ha deseado tener una flor en la solapa que eliminara cómicamente la visión y el recuerdo de nuestra actuación patética? No aplaudáis, amigos, que estamos a mitad de espectáculo y queda medio feo. La pregunta es, ¿cuántas veces nos hemos ido a dormir felizmente después de mostrar nuestra faceta de paYas@? Cero o casi cero. Con suerte, un@ duerme lo que puede y se levanta -eso sí- abochornad@.


O yo tengo el mes cruzado, o hay una convención de paYasos en la ciudad, o son como putos Gremlins y la lluvia de estos días no está ayudando. Que no cunda el pánico, miraos las narices y alejaos de las bromas sin gracia y de los zapatones. Luego, si tal, ya hablamos.

(Sacado de los borradores de esta pandemia)