martes, 6 de febrero de 2007

MANOS

Las manos sostuvieron un diálogo invisible:

- Me gusta cómo me tocas.
- Me encanta la manera que tienes de descubrirme
- Tienes la piel suave y blandita
- ¿Te has contado alguna vez todos los lunares? Yo recorreré incluso los más ocultos y te explicaré la geografía y la historia de cada uno de ellos
- ¿Siempre tuviste este hoyuelo?
- Cada contractura que palpo en tu espalda es una razón para seguir.

Y se rozaron hasta que la boca habló:

- Esto se acaba aquí y ahora. No se puede sentir de lejos. Las carícias no llegan cuando se está en otra capital. El corazón se pierde en el ángulo espacio-tiempo. Para qué sufrir, para qué apostar...

Las manos se volvieron puños que defendían mi integridad y la suya.
Va a cambiar definitivamente la composición lineal de la palma de mi mano.
El futuro no existe. Se hace: con tranquilidad, con buenas palabras, con suspiros, con sollozos, con trabajo, con ilusión, con distancia y cercanía, con mente y alma, con sinceridad autoexigida... sin adivinar.

Debería hacer otro blog con las cosas que ahora sé de mí... pero lo añado aquí:

- Mi kamikacismo parece tener el peso exacto en esta balanza.
- Siento, porque eres bueno, porque tienes miedo y aún así luchas -también contra ti-, aunque no quería esta situación, por más que he intentado evitarla.
- Me acostaré esta noche más calmada que ayer. A tu lado. Con un ojo abierto por si cambias de opinión y ves, en un segundo, todos mis defectos y te aterran y te asustas y se te quitan las ganas de apostar por esto.
- Me meteré en la cama buscando asideros, aguantando el vómito que me sobreviene cuando tengo miedo de hacer daño a otros, a ti.
- Si te escucho triste me duele. Quiero que estés bien. Muy bien.
- Me gusta cuando me dices mi niña, guapa.
- Quiero saber cosas -todo- de ti.
- Estoy viva.
- Soy más o menos buena.
- Llego algo pronto, un poco tarde.
- Te echo de menos.
- Tengo exactamente lo que merezco (¿plurales?).

No hay comentarios: