miércoles, 14 de febrero de 2007

LENCERÍA

Me he quedado enganchada a la imagen de la lencería en los escaparates de tiendas femeninas. En teoría establecimientos para tías, donde hay ropa de tías y compran sólo tías.

Los hombres que había visto en estos centros llevaban, prácticamente siempre, cara de estreñimientos, piel sudorosa, y arrastrar de pies. Hoy no he visto ni uno solo a excepción de los dependientes.

Me resulta curioso el fenómeno. Muchos hombres heterosexuales disfrutan de la erótica de la ropa interior, pero no la compran. Se limitan a consumir lo que se pone ante sus ojos. ¿Los tangas que se exhibían hoy estaban ahí para que yo me los comprara? ¿Algún macho ha entrado a hurtadillas y ha arrasado? ¿Alguien conoce a algún amigo de un amigo que lo haya hecho?

Creo que esto debería formar parte de las contingencias comunes. Igual que los condones. Si X tiene un culo precioso y estaría irresistible con unas bragas brasileñas... o si te ponen los gayumbos floreados... Cuántas tradiciones por romper y cuántas sorpresas por descubrir.

Y esa cama de dos metros esperando a que deje los desvaríos para comerme.

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