lunes, 5 de febrero de 2007

EL POST DEL DÍA I

Posturas:

La manera en la que uno se mueve, camina, se sienta o se rinde al sueño dice más de lo que pensamos.
A primera hora de la mañana analizo a nueve especímenes.
La primera llega casi sin hacer ruido, saluda, abre sus libros y los repasa. Espalda recta, mano en el mentón, pelo recogido para evitar interferencias.
La segunda arrastra aparatosamente los pies anunciando su entrada, se para en la puerta, dice hola bostezando y con mohín de niña que hace lo que tiene que hacer con resignación. Se sienta aparentemente dispuesta a clavar codos pero pierde el tiempo trapicheando en su miniordenador, el diccionario, el estuche y la caja de las gafas. Cada cosa que toca vuelve a ponerla con meticulosidad sobre la mesa en un ángulo perfecto en relación a los otros objetos. Todos sus gestos van acompañados de ruido. Si no entiende algo suelta un /jarl/ a lo Chiquito antes de preguntar, si está pensando se rasca sonoramente la cabeza ladeada o golpea la mesa con la goma de borrar..
El resto, otros siete, son una mezcla de estos dos extremos.

Thomas, alertado por mis ojeras y por mi vestimenta -completamente de negro- ha venido a buscarme a la terraza.
- Hola, guapa, ¿estás bien?
- Muy bien, gracias, ¿y tú?
- Bien, gracias, pero... ¿de verdad?
- Sí, ¿tengo muy mala cara? He dormido un poco mal...
- ¿Cómo duermes?

Me explica, en inglés, que dormir bocabajo indica rechazo a algún tipo de situación; de lado y contra la pared lo mismo; bocarriba aceptación; ladeado frente a la puerta disposición para recibir cambios. Matizan estas posturas torsales la colocación de manos y piernas.

Yo empiezo colocándome bocarriba, con una pierna flexionada en apertura, normalmente la derecha. Cuando empiezo a caer encojo las piernas y me quedo con la mitad inferior de lado y la superior girada hacia el lado contrario. Casi todas las mañanas amanezco en postura fetal y con la cara hundida en algún cojín.

No ha sabido contarme pero, por su cara, su golpecito en el hombro y su abrazo, no pinta bien. O quizá lo ha hecho porque, cuando me ha preguntado por el fin de semana y mis planes para hoy, me han salido sapos de la garganta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver... yo toda la vida he dormido boca abajo y sin almohada. Mi madre siempre me dijo que era como una ranita. Pero con el tiempo me di cuenta que era un búho, de ahí las noches en vela y que haya tenido que cambiar viejos hábitos: de costado, en el lado izquierdo de la cama, sola o acompañada. Qué futuro se me vaticina?