miércoles, 24 de enero de 2007

CONEJOS

Cuando yo era pequeña, frente a la casa de mis padres, había una carnicería regentada por un matrimonio, dos hijas y un hijo. El ruido de las persianas metálicas subiendo me avisaba de que era hora del colacao y de salir corriendo al colegio. Tenían una parte a modo de colmado donde comprar lácteos y cosas de primera necesidad; gracias a la buena relación con la familia y a las promociones de ATO conseguí una fabulosa colección de cosas estúpidas tales como tupperwares, jarras de plástico y pegatinas.

Los sábados también me llegaba el sonido mecánico, el inconfundible estruendo del motor de la máquina que corta a lonchas, el golpe seco del cuchillo partiendo huesos y las vecinas cotilleando. Cada sábado me colocaba en el balcón y esperaba a que no hubiera mucha gente para bajar a ver al Sr. Ventura. Él, muy serio siempre -en apariencia- con aquellas cejas con vida propia, me llevaba a la trastienda donde estaban los conejos, algunos vivos y otros... Me dejaba estar allí trasteando un rato mientras él salía y entraba, ordenaba, limpiaba... Normalmente yo me quedaba cerca de las jaulas, les rascaba las orejas y poco más porque tenían los ojos rojos y los dientes muy largos así que se me antojaban violentos y amenazantes.

Un día, entre aquellos conejotes de mínimo diez kilazos, apareció uno de escasos dos kilillos. Me agaché y lo cogí en brazos. Incapaz de discernir si estaba medio dormido o medio asfixiado llamé al Sr. Ventura que atendía a las clientas unos metros más allá.
- Hola... -susurré al conejo- ¿Estás bien? Pequeño...
Y el Sr. Ventura, arma blanca en mano, cerró la puerta de la trastienda y se puso muy serio, mirándome, sin saber qué decir.
- Creo que está enfermo... o cansado, ¿es normal?
- Sí, es muyyy... bueno, no tiene mucho tiempo.
- Es muy pequeño. ¿Este también es para...?
- Sí... No te encariñes con él, ¿vale?
- Vale - dije, pero ya se me saltaban las lágrimas. - Pequeño... Oye...
- ¿Tus padres te dejarían tenerlo?
- No...
- Vaya, pues... Le has puesto nombre.
- Mmmmm... Sí.
- Mira, ve a casa. La semana que viene te paso a buscar muy pronto por la mañana y vamos a por un conejo para ti. Yo me encargo de tu madre.
- Pero.. yo quiero este.
- No se puede...
- ¿No puedes? ¿Por qué? Es pequeño...
- El sábado te buscaré uno más pequeño todavía.

Como siempre, muy digna, me fui sin mirar ni de reojo al conejo, para que doliera menos. Al sábado siguiente el Sr. Ventura cumplió con su palabra. Me dejó acompañarlo al criadero y elegí el más pequeño de todos. Él no estaba muy convencido porque decía que era un bebé y se podía poner malo con facilidad pero entonces yo ya era igual de cabezota que ahora. Le puse "Pequeño 2" de nombre.
El fin de semana siguiente mi madre preparó una paella de conejo estupenda que yo no probé y que me costó estarme todo el domingo sentada a la mesa sin poder levantarme hasta que no me terminara la comida. A la cama, a dormir.

Anoche me mordí la lengua para no rebautizar a nadie. Cuando le pones un nombre a las cosas son un poco tuyas; cuando te dan un nombre eres un poco de otro. Y eso estaría muy bien en un mundo en el que las cosas llegaran en el momento perfecto, en el que me durara un poco más la inocencia, en el que no me molestara no volver a oír mi nuevo nombre. Tirita que saco de un tirón.
Posted by Picasa

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y el nombre de PM? ;)

mil dijo...

Ohhh!!! Qué feliz me has hecho con este post!!! dímelo otra vez que lo echo de menos!!!

Anónimo dijo...

PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA PUTA MENTIROSA
...pero dicho con cariño ;) xxxx

Anónimo dijo...

Scouse.... me van a cerrar el chiringuito por ese vocabulario tuyo tan faltón que no sé dónde has aprendido... Cómo me gusta!Besitos.