lunes, 9 de abril de 2007

POR LOS PELOS

Cuando era pequeña todo el mundo me preguntaba si mi pelo era natural. Yo me fustraba pensando que la peña me veía artificial, portadora de una peluca, cabezona. Mi familia adoraba esa mata de pelos difíciles de domar.

Hace dos años, cuando murió mi abuelo, encontré en los cajones rizos míos metidos en sobres con fecha. Eran todos casi rubios aunque ninguno pertenecía a mi momento rubia del 98-99. Mi abuelo lloró el día que me corté la melena. Pocas veces lo había visto tan enfurruñado conmigo. Me explicó que las mujeres bonitas tenían el pelo por la cintura, que un pelo largo y con guirnaldas como el mío era casi un regalo, que ya no parecía una gitana bien plantá. La primera vez mi tía abuela, artífice del esquilamiento, le contestó que encontrarse uno de mis pelos en la comida era como jalarse un plato de spaguettis. La segunda vez le pedí que se imaginara lo que era lavar esa mata de pelos anárquicos todos los días, peinarla, domarla.

Mi madre me decía que la cabeza no me servía sólo para llevar los caracoles. Mi padre me preguntaba cada vez que me hacía algo si no había tenido suficiente con el anterior experimento. Ella flipaba cuando me peinaba, con el flis de agua y el peine, uno en cada mano. Él me recogía una coleta y me llenaba el cráneo de clips. La última vez que las tijeras aligeraron este peso ambos coincidieron en que parecía lesbiana. Indignados me hablaron de lo que el pelo dice de una persona.

Hoy parecía la hermana secreta de los Jackson Five así que me he hecho un moño y he salido a la calle. Parecía que tenía las ideas más recogidas. Cuando he llegado a casa ha aparecido un rallito de sol y me he soltado la mini melena. La diferencia entre un pelo al 4 y uno al 40 está en la posibilidad de cambio. Hago con mi pelo lo que quiero. Porque yo lo valgo. L´Oreal.

La publicidad nos marca. Deberían hacer un anuncio apelando a lo que sentimos cuando alguien nos lo toca, nos lo mesa, nos lo acaricia, con la sensación de poder que tienes tijeras en mano, con la tristeza que te provoca ver los mechones caídos en el suelo. Quiero un buen corte sanador. A ver cómo le explico todo esto a la peluquera....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Es el destino de las coincidencias? Hoy mismo me corté el pelo... bueno, quien dice cortar dice hacer un par de arreglos. Llevaba demasiado tiempo peleándome más de lo normal con él, ya sabes que no nos entendemos muy bien pero no nos queda otra que convivir juntos. La semana en el Norte y sus vientos no han hecho ningún bien tampoco. Así que hoy nos enfrentamos, un pequeño duelo con tijeras de por medio. A los diez minutos se me cansaron los brazos, y supongo que ahora ya nada es simétrico... pero bueno, siempre fue así. Ahora más corto, pero como siempre, luciendo moño...

Anónimo dijo...

Yo recuerdo aquellos años que te pegaste sin tocarte un pelo. Me alegro de que ahora predominen en ti los cambios, al fin y al cabo (al cap i a la fi, q estoy estudiando catalán en mis ratos libres) el cambio es renovación y magia así que a por él, que aunque a veces al principio duela luego nos quedamos mucho más a gusto. Lo unico que te pido por dios es que no te lo corte el anónimo (perdone usté caballero pero la última vez que jugaron con el pelo a bricomanía no veas la alcachofa que se presentó el dia siguiente a laborare, que no es porque no confie pero...). en fins, deja ya de actualizar que ya llevo tres posts en diez minutos cabrona