viernes, 21 de diciembre de 2007

INSUBIDÓN

Dice la Gaz que llevo una semana hablando desde arriba, subida al pódium, insoportable. Esto último no lo dice pero es fácil de deducir y tampoco cuesta tanto darse cuenta. Estoy por las nubes, que me salgo, ombliguista, jueza, heroína de telenovela, taxativa, repelente, bocarrape del millón, tocahuevos, inaguantable, insufrible.

Tiendo a usar un tono seguro casi siempre pero, por lo visto últimamente, roza lo incontestable... y lo he visto, vaya, porque nadie dice mu cuando abro la boca. Venía a pelo, sin paraguas ni nada, por en mitad de la calle, evitando los balcones, pensando en todo lo que he escuchado en dos cigarros, haciéndome cruces, buscándome en ejemplos, cavilando porqués. Y cuanto más me flagelo.... más calentito me pongo (que diría el hijo del Fary en esta situación). La cosa es que llevo una semana de bajón pero no se nota. El tema es que cuando me siento insegura me dedico a dar discursos en mis ratos libres (y también en los otros) y a sacarle punta a todo y a jugar a eso de decir la última palabra siempre y a vomitar lo primero que se me pasa por la cabeza como si fuera una puta visionaria y casualmente siempre son tragedias en las que yo y sólo yo tengo la oportunidad de cambiar el rumbo de la historia universal. Todo lo sé. Tengo todas las llaves y el carácter más gore de la galaxia. Toma ya. Ahí queda eso.

Pues voy a darle vueltas así que no sigas leyendo que esto puede acabar como el rosario de la aurora (que por cierto, ¿qué coño significa esa expresión? llámeseme inculta o atea desde el cariño, por favor). No me gusta la Navidad. Añoro a mi abuelo. También echo de menos cosas que no he tenido nunca. Incluso me extraño. Compro cosas que no son un regalo ni dicen nada de nada a nadie, me acuerdo de gente que hace siglos que no está en mi vida y caigo en la tentación de mandar un puto mail, o un sms, o de llamar... me agobio ensayando una postura para la cena familiar (faltona pero graciosa, que me piensen fuerte y con humor), acaricio la idea de desaparecer unos días del plano más íntimo pero no acabo de dar el salto (como cada año), me entran sudores fríos al imaginar el brindis del 31 otra vez más todos poniendo buenas caras, espléndidos, bien vestidos, limpitos para la ocasión y las putas ganas que tenemos todos de celebrar una mierda de cambio de número con la que está cayendo en cada casa, en cada cama, en cada vida.

Inapropiado, para mí misma, mi comportamiento. Insatisfecha en mil cosas. Me centro en lo que sé que NO y me hago política. Lo que no sé, lo que sí, no es suficiente (ahora, hoy). En estas fechas lo único que me apetece es dormir y despertarme cuando hayan pasado; lo de darle importancia a los detalles cotidianos, lo darle vueltas al tema laboral sumándole importancia, lo de rajar del mundo mundial... es una manera de sobrevivir. No estoy pa nadie. Y nadie me incluye a mí. Qué hardcore.

Insensible. Es más fácil pretender salvar al mundo entero que salvarme. Aquí entra la provocación... yo te suelto algo muy duro y tú me hundes en la miseria misericordiosa y reacciono. Para eso están los amigos, para el pescozón, el clatellot en la nuca, el toque de atención, el "flor, vigila, que se te está yendo la pinza...", el silencio a mi ataque terrorista, el signo de interrogante en la cara ante la sandez de cosecha propia.

No lo sé todo. No sé una mierda. Esto no me hace humilde ni canija ni más fuerte. Me equivoco. La cago mil veces. Unos días tengo más ganas de rectificar que otros, a veces hasta me autolesiono en público. Inútil que apuesta por aprender como meta. Lo que soy normalmente son muchas ganas de hacerlo bien, de estar de puta madre con todo, de meterme en la piltra con la conciencia tranquila, sin grandes traumas ni exposición de bajezas. Lo que soy estas jornadas son... la mitad, por más por culo que me dé. La llamada nocturna familiar me interrumpe. Soy incapaz de mantener el discurso que llevaba. Quiero ser bécil y no imbécil (lo de la m es por una cuestión lingüística???), total, que me lanzo a por el insubidón y que se me pase la fiebre del viernes noche y semana navideña de postal sin nieve.

Gracias, ampareixon, por el aviso, salga lo que salga será más bueno o menos malo.




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1 comentario:

Anónimo dijo...

Gaz bocazas al aparato: Llevo toda la semana pensando "no se lo diré, no, hasta que esté segura". Me conoces lo suficiente para saber porqué. Quiero que te sientas bien y que dejemos de matar meses. De nada y lo siento. Te dije ayer que puedo estar equivocada... Estoy sin palabras (que raro) solo ganas de darte un abrazo fuerte.

Me han enviado una frase que me ha gustado mucho: "La vida puede no ser la fiesta que esperamos, pero mientras estemos...aquí deberíamos bailar"