lunes, 7 de mayo de 2007

CALAR Y ENCALAR



Las calles existen desde el momento en que las pisas. Nadie dijo que tuviera que ser una acción consciente. Sin hacer nada se te pegan a la suela de los zapatos, te inundan con olores (fritanga, café, especias...), una amplia gama de colores y un porrón de historias con nombres.

Parece que no tienen vida, de verdad, hasta que no caminamos por ellas, como si nosotros pudiéramos darle al clik oportuno que las activa. Estamos aquí -tampoco sirve demasiado el estuvimos- por eso tiene sentido.

Hay calles casi humanas que se te meten por dentro y te invaden. Te han buscado, te han pateado. Les perteneces. Por lo menos hasta que gires la esquina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fa temps que s'enyoren els carrers. Locs que serveixen pero l'animal relacional que es l'home. Si tan sols poguessim tirar per aquests carrers, si tan sols tinguessim aquest espai de recerca.
De vegades els carrers et parlen . Me'n recordo del Carrer que descrivia ZOLA a LE VENTRE DE PARIS. El carrer de la PIROUTTE semblava un ésser viu, li otorgava panxa, un cap fins i tot una personalitat obtinguda gràcies als seus ocupants. Com el carrer de Joaquim Costa a Barcelona.
Siau