lunes, 19 de octubre de 2009

ESTO ES COMO EN EL DEPORTE



Tres días sin tenerte cerca y se me amontonan tus símiles en el cerebro para cada uno de los especímenes, deportistas y aficionados, con los que, tristemente, me he encontrado.


Aquí, si jugamos, jugamos. Esto es como en el deporte, cuando éramos niños y había partido... ¿quién hacía de portero? El que no quería correr. El mismo que llevaba el bocata de mortadela en el recreo y se ponía a mordisquearlo entre los palos, a su rollo. Ese niño daba rabia. Mucha. Porque era el que siempre la cagaba cuando más falta hacía que no la jodiera. Y lo peor era la versión niño capullo que, además, se puteaba cuando alguien le gritaba que pusiera atención en el juego y decía aquello de que él no había elegido ser portero, que él quería ser delantero como Romario... En el juego de equipo adulto todos deberían aceptar su papel y hacerlo, todos, lo mejor posible. Y si no te gusta te piras y nos buscamos otro portero porque la pelota es mía, pringao!!!



En todos los equipos en los que he jugado o entrenado siempre había un tardón. El chaval disfrutaba del juego, parecía que, íncluso, le iba la vida en ello... pero en los partidos importantes, los de nos jugamos la clasificación, y en muchos de los otros, el muy cabrito llegaba tarde: se dormía, había tenido una comida familiar, su perro quería salir a la calle, su hermano estaba enfermo, el ascensor no funcionaba... Se le quería tanto como se le odiaba, o un poquito más de lo primero, pero daba rabia por la pachorra y porque había prometido tantas veces que no volvería a pasar que ya daba bochorno ajeno oírlo.



También era, y es, popular en equipos no profesionales ese o esa deportista que un día se levanta convencida/-o de que puede ser un gran delantero como al siguiente está casi segura/-o de que lo suyo es el lateral, o la defensa, o lo que se tercie. Es el mismo que cada cierto tiempo se acojona y piensa que, lo mismo, no será una estrella en nada, el que se imagina repartiendo el agua y las toallas en el banquillo. Ese prototipo no me gustaba nada y no por el mareo, era porque todo lo que intentaba era por probar, con más miedo que ganas, sin ilusión, sólo boquilla y ganas de dar el cante a costa de todos los compañeros.



Del deporte lo que más odiaba eran los aficionados. Personas que dedican un sábado por la tarde o un domingo entero a dárselas de entendidos, a emitir juicios sin tener ni puta idea de lo que pasa en el campo, y gritan sin parar y se ofuscan y se ponen nerviosos como si tuvieran realmente algo ver con todo aquello. Pasivos, mediocres en su gran mayoría, parlanchines, soplagaitas, inútiles por innecesarios. Y es que nadie necesita que un payo que no se mueve de su sitio y que está commiendo pipas y fumándose un piti te deje sin oído porque no has leído su pensamiento ni eres el jugador que él querría ver. A todos ellos, que muchos hay como pude comprobar el domingo en el paseo, que se vayan a dar por el culo al monte, donde no molesten a nadie y ojalá vuelvan, si no más instruidos, un poquito más humildes. Antes de pedir desgañitándote que alguien haga X, ponte tú en situación y a ver si eres capaz, paYasooooo...


Y por último, pero no menos importantes, los futbolistas quejicas. Los que le echaban la culpa al árbitro, al linier, o al que fuera con tal de no asumir que no tenían ni puta idea de lo que era un fuera de juego, un penalty o lo que fuera. Especialmente los que "argumentaban" que les tenían manía... Criaturita de Dios... ¿no será que no lo has hecho bien?


En fin, Joan, que no me tengas muy en cuenta esta versión "Juanito Caminante Online y por la Face" que me acabo de marcar. Es que se me olvidó el símil del pan, pan y jamón en medio que tú me enseñaste y la he cagado de tantas maneras que, como no era posible de otra forma, he tenido un día, cómo no, de mierda.


A cuidarse... Y dale un beso de mi parte a la "me llamo Francisca pero me llaman Amaya", vale? Y otro pa ti.

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