lunes, 19 de octubre de 2009

CRISTALES

El jueves estaba nublado cuando me desperté y continuaba nublado cuando llegué a casa. No muy tarde. Había luz afuera.

El viernes estaba nublado cuando me desperté y continuaba nublado cuando llegué a casa. No muy tarde. Había luz afuera.

El sábado estaba nublado cuando me desperté pero fue salir a la calle y encontrarme un sol de puta madre. De camino a la playa me agobié porque me estaba asando con la camisa de manga larga y la chaqueta y toda la parafernalia.

El domingo estaba nublado cuando me desperté pero fue salir a la calle y encontrarme un sol de puta madre. Vestida de otoño como iba decidí sentarme a tomar el café en una terraza y que me diera el sol en la cara. En la segunda terraza, por la tarde, caí en la cuenta de que ya iba siendo hora de abandonar los cortados con hielo veraniegos. Continuaba nublado cuando llegué a casa. No muy tarde. Había luz fuera. Tengo que limpiar los cristales de las ventanas. No me ha gustado levantarme ya con las alarmas puestas y menos pasar frío todo el día. Por incrédula, por pensar que a la de tres, seguro, va la vencida.

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