sábado, 12 de mayo de 2012

UN POQUITO DE POR FAVOR

Calculo que al día establecemos comunicación con una media de 20 personas y 10 perros. Son datos tomados a pie de calle en Barcelona. Quizá en El Prat el número de interacciones con canes se multiplica por dos. O quizá en Londres, un suponer, hay que cambiar perros por gatos.


Para que exista comunicación debe haber, como mínimo, un "comunicador" y un receptor. Lo ideal sería que los papeles se intercambiaran en un mismo acto comunicativo pero eso cotiza a la baja en Bolsa últimamente.


Hay diversos factores que afectan a la comunicación: el idioma, la predisposición (las ganas, a secas), el tiempo que se dedica a ella, etc.


Debería tener un Máster en el tema... pero no. El idioma no es un problema en sí. Soy capaz de adivinar lo que me quiere decir un oriental porque sí, porque son muchos años y porque no tengo problemas en dedicarle minutos si es necesario. Lo de las ganas y el tiempo ya es otro tema. No soporto a la gente que te habla con desidia, como si no fuera con ellos, con desgana, mirando el reloj, como si tuvieran mejores cosas que hacer que comunicarse contigo, bostezando, yendo al baño, mirando algo en internet... No adoro a la peña que te cuenta cada día lo mismo y no se ruboriza, ni a esa clase de personas que sólo se preocupa de mirarse el ombligo y soltar su rollo, ni a los que te hacen esperar hasta el último momento para confirmar su presencia de viva voz, ni a los que aparecen a cualquier hora, buscando, reclamando con buenas palabras casi siempre, soluciones, atenciones, oídos.

No sé cuándo aprendí que la vida eran muchos más que yo. No recuerdo cuándo me di cuenta de que mi estado de ánimo puede variar en función de quien esté delante y que, por eso -y por muchas cosas más- vale la pena echarle un ojo al de enfrente.


Elegir es recomendable. Necesario. Si no tienes más de un corazón... mejor no ir dando migajas.

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