lunes, 7 de mayo de 2012

LA MOTO

Va y te suelta un amigo que X es lo peor porque lo ha convencido de hacer una locura. Tú asientes. Ya te han vendido la moto.


Resulta que estás flojill@ y te apetecen mil cosas imposibles así que lanzas diversas señales de alarma, cual Titanic en sus primeros minutos. C, amigo, te aborda y te cuenta que tiene un proyecto de puta madre que os haría millonetis a los dos. Tú aceptas sin preguntar. Ya has comprado la moto.


Las motos son ruidosas, contaminantes, peligrosas y tocahuevos. Sobre todo las trucadas. Hay que desconfiar de ellas. Jamás he conseguido poner mi culo en una de ellas. La única vez que lo intenté, en la moto de Astrid, me eslomé antes de ponerme en posición. Me dan mal rollo. Eso sí, he comprado y vendido motos a mogollón.


Venderles motos, o comprarles, a los amigos es una mierda. Peor todavía comprar o vender las propias. Inútil extremo. El camino a pie, pasito a pasito, que hay buenas vistas y no hay tanta prisa.


Amigo, véndeme el concesionario de motos o el taller de reparación... las motos me las busco sin problemas, que hay mazo, y a cada cual más rápida. El negocio es el negocio. La moto va  a parte.



No hay comentarios: