jueves, 2 de agosto de 2007

ARRUGAS Y OTRAS LÍNEAS



El Tango es una sala de fiestas para la, se dice, tercera edad. Si te sientas en una terraza de la esquina Calabria /Diputación ves desfilar a mujeres y hombres (muchas más las primeras) bien trajeados, maqueados para la ocasión, envueltos en perfumes diversos, con sus mejores galas y su mejor sonrisa, cualquier día a partir de las seis. Hay quien tiene arrugas de tanto reírse, a quien le salen de mucho fumar, en quien son evidentes por las horas al sol, a quien, pese al Bottox, delatan las de las manos...

Hacia las nueve la pasarela tiene el sentido inverso y las caras han cambiado un pelín; más relajados y rezumando optimismo vuelven sobre sus propios pasos de camino al metro entre critiqueos y risillas. Hoy hemos contado tres parejas que superaban las bodas de plata...

Lo mismo llegamos a viejos que nos quedamos en el quicio de la puerta, ¿no? Yo me imagino a una vieja con un par de tatoos en sus carnes, verborrea incontenible y afán de seguir viendo mundo y no acabo de verla... Ni sola ni acompañada. Faltan muchos años, o unos cuantos giros rápidos, si es que han de llegar. ¿Cómo serán los viejos cuando tengamos edad de serlo? ¿Cómo seremos nosotros?

Veo las arrugas normales de nuestros años. Y las ganas viscerales de cambiar el mundo que empieza en nuestro pequeño aleph familia-amigos-trabajo. No sé cómo hacían los románticos, ni aquellos cuya esperanza de vida rondaba nuestra edad, ni estos yayos que pasean cogidos de la mano y encantados de la vida...

Teníamos que haberlo dicho jalenado... "¡Qué bonito, coño!" Aunque parta de la envidia más sana que podemos pensar... ¿Te imaginas que alguien gritara lo mismo viéndonos?.

"Qué lindo... Y que, después de tantos años, aún tengan ganas de tocarse así".

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