miércoles, 15 de agosto de 2007

RELATO PARA EL CALOR



- Ya es tarde para ir a tu casa.
- Son las once y media pasadas.
- Por eso, es tarde.
- Yo mañana no madrugo y tú tampoco, ¿no?
- No, pero me da palo porque tengo que hacer cosas aquí y... buff, qué mierda.
- Bueno, no pasa nada.

La última frase, Alfa, la dijo con la boca chica porque claro que pasaba algo, pasaban muchas cosas y no pasaban muchas otras. Probablemente eran más importantes las que no pasaban en ese momento. Por ejemplo, pasaba que no tenía sueño ni intención de tenerlo y no pasaba que estuviera Omega para compartir la noche. Pasaba que el agobio pesaba más que todo y hacía que callaran las palabras brillantes, las ideas con alas, hasta tener un amargo y pastoso sabor en la boca. No pasaba que se rieran mientras producían sonidos -a veces se había sentido como un perrillo que va a recibir una loncha de jamón ibérico, girando sobre un mismo punto, mordiéndose la cola de alegría sólo al escuchar sonar el teléfono y ver su nombre en la pantalla-. No pasaba, tampoco, que Omega tuviera ganas de pensar -pensar de verdad, no divagar- y pasaba, eso sí, que Alfa no quería adivinar ni juzgar. Pasaba, por eso, el silencio arrastrándose y lo pringaba todo de desgana: las sábanas, los cigarros, el sofá, los lápices, la piel. La fatiga se alargaba sobre lo que no iba a pasar tampoco: ni abrazo a medianoche, ni carícias en el pelo, ni sonrisas de enseñar los dientes y hasta las entrañas, ni medalla matutina a la persona más feliz del mundo. Había pasado antes mil veces, hasta principios de agosto, un par de semanas atrás, pero no iba a pasar más de momento. No pasaba que Alfa tuviera la certeza de ser inmortal por lo que pasaba a su vez que se exprimía la materia gris para darle un giro a la situación de manera inmediata, a ser posible.
Así pasó que, en una gota de sudor, se encontró con que había dos detalles que no habían pasado desde hacía algún tiempo y calibró exageradamente la importancia del hallazgo. Rompió un plato -que no tuvo que fregar-, se machacó con la música más empalagosa y con la más rabiosa, se frotó los ojos y acabó tapándose con la sábana porque tenía frío en agosto.

No hay comentarios: