lunes, 19 de diciembre de 2011

LAS INVASIONES BÁRBARAS

Hoy vengo guerrera y con ganas de cagarme en la puta madre que parió, en la vida de alguien y en mí misma por retrasada mental. Como dice el refrán que me acabo de inventar "Mejor un puteo por escrito que un poltergeist en directo" así que, ahí voy.

Resulta que hace medio año Los Últimos Berlines ( LUB, parece un grupo armado beligerante pero no, eran un montón de alemanotes y féminas de allá a los que di clase) volvieron a la capital germana. Básicamente lo de siempre: "qué guay conoceros", "si venís, llamadme y tomamos algo", "¡claro que hablaremos por Skype o Fb!", "¡tenemos que quedar cuando vaya a Berlín!" y bla bla bla....

En ningún caso acepté sus ofrecimientos de quedarme en sus casas NI, y esto es importante, les animé a visitar mi morada. El caso es que, en estos meses, como suele pasar, de los 12 berlineses iniciales "somos amigos para siempre porque yo te quiero una jartá y tú eres para mí como una hermana" (esto dicho a su manera, que yo tampoco hago milagros) he mantenido el contacto con dos... sí, 2. Los otros me han escrito alguna vez para pedir, básicamente, que parece que es algo muy común en cualquier nacionalidad. Que si uno quiere que le traduzca el CV, que si el otro me pide recomendaciones para su viaje a Madrid, que si la otra necesita que le envíe unos periódicos españoles, que si pueden quedarse en mi sofá a dormir en sus vacaciones, el otro que dice que está en la ciudad y que podríamos vernos para que él practique el idioma... En fin, un rollo, digamos, "unilateral".
Con los dos (la parejita, chico y chica) que se habían salvado de la criba, en este medio año, ha habido conversaciones privadas cada cierto tiempo, felicitaciones de cumpleaños y tal, mails personales, bromitas en la red... Ella, la chica, vino a mi ciudad hace un par de meses. Todo fácil. Se quedó en casa de un rollete y nos vimos varias veces para charlar de nuestras cosas entre birra y birra. Él, el chico, alemán angélico, me visita estos días y de ahí el puteo máximo.

Hace unos días me sorprendió con la noticia: Ya que yo no podía ir a visitarle (y este es otro tema en el que no voy a entrar porque me entran ganas de hacerle una visita a mi jefe, el enano cabrón, y cruzarle la cara), vendría él. Ya me lo dice mi madre, "de tan confiada, eres tonta" y es verdad.

Alemanuco: Tengo muchas ganas de verte y por eso voy yo, ¿vale?
Yo: ¿En serio? ¡Qué bien!
A: No tengo muy dinero, ¿tú conoces un hotel no caro?
Y: Mmmm.... ¿Mi sofá?

Y ahí empezó el drama porque yo, tonta de mí, había hablado antes de tiempo y su siguiente frase se resume en que vendría acompañado de una chica y que esperaba que no fuera un problema. Claro, ahora qué te digo, ¿que, así, no? Pues debería haberlo dicho, pero no lo hice por uno de esos temas que tengo yo de huevos cuadrados y cabezonería genética.




Llegaron el jueves. La pava me saludó con dos besos al aire y se instaló, y cuando digo eso quiero decir que sacó todos mis libros, carpetas, cables, papeles y demás, colocó su mochilote a un lado y repartió todos sus trastos por mi habitación. Trasformación inmediata de mi entorno: mis sillas eran sus armarios, mi escritorio era su lugar de trabajo, mi mesita era una cocina en la que preparar bocadillos de espinacas frescas con aguacate, jamón serrano y queso y su espacio favorito para amontonar las cien tazas de café -robado de mi compañera de piso- que acostumbra a tomar durante el día, mi entrada era su puto zapatero, mi mecedora se convirtió en una estantería ideal en la que dejar cargando todos sus cachivaches electrónicos, mi estantería evolucionó hasta ser el tendedero de las toallas mierdosas de la niña...

Minutos más tarde de pisar por primera vez mi suelo, aparece duchada y con una cerveza en la mano, se viste (o desviste, según como lo mires) sin ningún pudor frente al alemán angélico -que la ignora- y mi boca abierta hasta el suelo -lo del entrecejo fruncido y la vena en la frente no lo pilló- y sin haber preguntado antes dónde está el baño, si puede trastear en la nevera, si queremos nosotros algo.... Se pone unas zapatillas cargaditas de mierda de andar por casa, sale al balcón a fumarse uno de mis cigarros y, sin más, pertrechada con su portátil y un saco de dormir, se instala en mi cama afirmando que no piensa salir esta noche y que no hagamos mucho ruido porque quiere ver unos capítulos de "Dos hombres y medio". Se tumba en MI cama. Con sus quesos inmundos apoyados en MI almohada. Deja sus zapatillas merdosas sobre MI colcha. Lo de la pena de muerte suena drástico así, visto de lejos, pero en el momento adecuado... Yo me lo estoy planteando.


Y yo callada cuatro días, mordiéndome la lengua, mandíbulas crujiendo, las manos en los bolsillos para no tirarla por el balcón. Este post ya se me está haciendo largo. El puteo cansa, está comprobado. Paro aquí y me lanzo en doble pirueta a otro nuevo, una listita de ná de consideraciones para los futuros invitados a esta Santa Casa que es la mía. La primera regla será que, si te he invitado y vienes con animales, los traigas vacunados, respetuosos y sociables o, mejor, mucho mejor, ven solo... a ti te conozco pero a la zorra esa no y me están entrando ganas de meterme mis principios por el culo, coger la escopeta de mi padre y dar por inaugurado el periodo de caza mayor en este coto.

Es la suerte de tener un culo enorme en el que caben todos los principios que se me antojen. Atentos que va de reniegos el tema y hay mucho espacio.

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