domingo, 13 de enero de 2008

ÁNGEL

Resulta que me nos metimos en la cama diez minutos más tarde de recibir la noticia. Por eso yo no podía dormir. Por eso cogí un libro y me sumergí en letra un buen rato mientras tú roncabas, para eliminar impurezas, tristezas varias, nostalgias compartidas con él, que ya no estaba con nosotros.



Hay amigos de varios tipos, pensé. Amigos del inglés, cada uno paga su consumición, hay que ir al grano, me llamas por algo que necesitas que haga por ti, ¿tú tienes hermanos? Amigos que son como hermanos, última birra a medias, coge el monedero y paga tú que voy a mear, llámame a la hora que sea si necesitas hablar, descansa, hasta mañana... En los hermanastros también hay categorías. Pura cuestión temporal. Esta tarde he conocido a uno, recomendación de Massielo, y he perdido a otro. De madrugada lo vi y me recompuse como si nada pero le he ido dando vueltas al tema. Puta vida. No lo llamé nunca por teléfono, ni le escribí un sms o mail, ni le di fuego en ningún café o cerveza vespertina. Lo encontraba reincidente por el número de página y la doblez de la hoja en sus libros. Hablaba de esto con Nacho Vegas hace un rato, aquí los dos con cara de póker, cigarro en mano. Leíamos los artículos que publicaban hoy algunos amigos de carne y sangre. Rememoraba uno cuando el cura preguntaba en la clase "¿Quién hizo el mundo?" y los pupitres se llenaban de manos y de voces que respondían a coro: "Mi padre" en su época infantil. Filosofaba N. en las palabras; qué dice de mí mi cara o mi nombre, cómo de cerca estoy de conseguir que todo sea uno... o NO. "Cuando escribo mi nombre, / lo siento cada día más extraño. / ¿Quién será ése? / me pregunto. / Y no sé qué pensar. / Ángel. / Qué raro". (Deixis en fantasma)

Y charlábamos los tres en un contubernio inexplicable sobre el futuro, el qué será sin él, y él se rió "Te llaman porvenir / porque no vienes nunca" (Tratado de urbanismo). Nos quedamos solos N. y yo. Cogió la guitarra




“Miro al techo que ha vuelto a gotear
Hacía tiempo que no llovía así
Y cada gota golpeando contra los cacharros de metal
Me hace pensar unas veces en sangre y otras veces en ti
Lo que en realidad viene a ser lo mismo
Lo que por crueldad ahora viene a dar igual
O puede ser un ángel que una vez perdió la fe y fue expulsado
Y que ha venido a agonizar justo encima de mi hogar
Y estas gotas sean sus lágrimas
O puede que sea hora de entrar ya en razón
Y llegar a comprender que dentro de este horror
No hay literatura, no
Y eso tú lo sabes bien a fuerza de caer una y otra vez
En una trampa mortal que en el tiempo dura ya ocho años y medio
Seré muy breve: te quiero y esto duele

Y vino un pájaro a posarse en mi ventana
Tenía una ala rota y su plumaje era gris y azul
Y al acercar mi mano y comprobar que no echaba a volar
Supe de inmediato que lo enviabas tú
Lo tomé entre mis garras y lo dejé morir
Y, cuando lo hizo, aún llovía aquí
Y la sangre al gotear entre garras de animal presagió mi suerte
Como un ave que voló de Madrid hacia Gijón aún herida de muerte
Reescribendo la espiral de prometer hacerlo bien,
De cometer un nuevo error,
De no saber pedir perdón o pedirlo demasiadas veces
Y aunque ahora escupo una oración helado de terror
Ningún dios responde aún
¿Soy yo el que no ve o es que todavía no se hizo la luz?
Seré muy breve: te extraño y esto duele

Trato de encontrar una salida
Pero no recuerdo ni por dónde hemos entrado aquí
Y contemplo junto a mí el cadáver del que fui,
Según tú, en una ocasión
Y es la mancha de humedad la de la herida mortal
Impregnada en el colchón
Y ahora que te oigo llorar
En lugar de ir hacia a ti me vuelvo a anestesiar
Y me limito a subir el volumen del televisor
O me concentro en recordar para no pensar en ti
Que tendría que llamar que alguien venga a reparar
La gotera de una puta vez
Que ya cansé de recoger litros de agua gris
Gris como un metal que un día relució y que ahora es suciedad
¿Cómo se hace para amar lo que quise despreciar ya una y mil veces?
Seré muy breve: te he perdido y esto duele”

Ocho y medio, Nacho Vegas “Desaparezca aquí”.




Y "quien no pudo morir continuó andando". Y leyendo. Los mismos versos de siempre, unidos todos sin que importe de dónde ni cómo llegaron.




AYER


“Ayer fue miércoles toda la mañana.

Por la tarde cambió;

se puso casi lunes,

la tristeza invadió los corazones

y hubo un claro

movimiento de pánico hacia los

tranvías

que llevan a los bañistas hasta el río.

A eso de las siete cruzó el cielo

una lenta avioneta, y ni los niños

la miraron (...)”




ESO ERA AMOR


“Le comenté:

- Me entusiasman tus ojos.

Y ella dijo:

- ¿Te gustan solos o con rímel?

- Grandes,

respondí sin dudar.

Y también sin dudar

me los dejó en un plato y se fue a tientas.!




CREPÚSCULO, ALBUQUERQUE, INVIERNO

”No fue un sueño,
lo vi:

La nieve ardía.”





CUMPLEAÑOS

”Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.”






EN TI ME QUEDO


“De vuelta de una gloria inexistente,
después de haber avanzado un paso hacia ella,
retrocedo a velocidad indecible,
alegre casi como quien dobla la esquina de la
calle donde hay una reyerta,
llorando avergonzado como el adolescente
hijo de viuda sexagenaria y pobre
expulsado de la escuela vespertina en la que era becario.
Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.

La soledad es un farol certeramente apedreado:
sobre ella me apoyo.

La esperanza es el quicio de una puerta
de la casa que fue desarraigada
de sus cimientos por los huracanes:
quicio-resquicio por donde entro y salgo
cuando paso del nunca (me quisiste) al todavía (te odio),
del tampoco (me escuchas) al también (yo me callo),
del todo (me hace daño) al nada (me lastima).

No importa, sin embargo.

Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente
la distancia que separa Tokio de Copenhague,
pero con más rapidez todavía
me desplazo yo a un punto situado a diez centímetros
de mí mismo,
de prisa,
muy de prisa,
en un abrir y cerrar de ojos,
en sólo una diezmilésima de segundo,
lo cual supone una velocidad media de setenta kilómetros a la hora,
que me permite,
si mis cálculos son correctos,
estar en este instante aquí,
después mucho más lejos,
mañana en un lugar sito a casi mil millas,
dentro de una semana en cualquier parte
de la esfera terrestre,
por alejada que os parezca ahora.
Consciente de esa circunstancia,
en muchas ocasiones emprendo largos viajes;
pero apenas me desplazo unos milímetros
hacia los destinos más remotos,
la nostalgia me muerde las entrañas,
y regreso a mi posición primera
alegre y triste a un tiempo
-como dije al principio:
alegre,
porque sé que tú eres mi patria,
amor mío;
y triste,
porque toda patria, para los que la amamos,
- de acuerdo con mi personal experiencia de la patria-
tiene también bastante de presidio.

Así,
en ti me quedo,
paseo largamente tus piernas y tus brazos,
asciendo hasta tu boca, me asomo
al borde de tus ojos,
doy la vuelta a tu cuello,
desciendo por tu espalda,
cambio de ruta para recorrer tus caderas,
vuelvo a empezar de nuevo,
descansando en tu costado,
miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,
digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,
y si cierras los ojos cierro también los míos,
y me duermo a tu sombra como si siempre fuera
verano,
amor,
pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.”

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