domingo, 1 de abril de 2012

TÍO PAN





Los gestos son importantes. Es difícil verlos y, todavía más chungo, entenderlos. Tendríamos que llevar a cuestas una enciclopedia con los nombres de los protagonistas de nuestra novela y un espacio considerable para ir marcando con palitos de a cinco los gestos descifrados, los interpretados, los descartados por imposibles. Lo que digo, enciclopedias al cuello.


El Tío Pan me conoce bien. Sabe que a ratos soy chunga y a ratos almíbar. Me ha visto amarga y me ha probado frigopié, azul prusia y collage de fotos en sepia con sus cucharaditas de azúcar moreno incluídas. Me lo imagino por ahí, en Casablanca, o en donde sea, dejándose fotografiar con el sol al fondo, aureola angélica y sé que estará bien. Más le vale.


Los meses que vendrán, porque de momento vienen, serán meses SIN. Qué preposición más joía... Grita por los cuatro costados ausencia. No mola. Venga, venga que puede ser Joker! Sin malos rollos, sin tonterías, sin grisuras, sin marrones, sin estalactitas ni estalagmitas, sin malentendidos... buah, hay un pilón de SIN que están guays. De los SIN que duelen no vamos a hablar, no es cuestión de venirnos abajo. Tampoco sabría por dónde empezar, que hay demasiados. Para mí.



El próximo post, o el siguiente, se lo dedicaré a la preposición CON, que hoy por hoy me hace más gracia. Alé, a cascarla todos, descastados!

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