domingo, 15 de abril de 2012

ALGORITMOS




Los algoritmos fueron la primera señal real de que mi futuro no estaba en la veterinaria ni en ninguna forma de vida cercana a los números o sus affaires. Yo estaba en 2º y me apasionaba todo. Mis notas en ciencias eran extremas, dependían del día y de la asignatura. Azar puro, vaya. No me disgustaban, aún y así, por más que me llegara claro el mensaje del universo hacia mi persona: "Esto no es lo tuyo, nena."

Para mí, era incomprensible sacar tan malas notas en ciencias cuando era taaaan consciente de su importancia en mis historias. Quiero decir que, por ejemplo, mientras pintaba sabía que una o dos pinceladas de más me joderían el cuadro, o que no valía la pena meter brochazos si no tenía claros los ángulos... Casi seguro que es por eso que transformo en ídolos a los que hacen cálculos sin usar máquinas ni dedos.


Recuerdo a una profe que me calló la boca. Yo le decía que mi problema en los exámenes radicaba en que no entendía los enunciados de los ejercicios... "Llámalo peras o trenes o trozos de pastel... No te preocupes mucho con los comensales o usuarios ni con si es presente, pasado o futuro.. El enunciado es lo que es.... Tienes que entender lo que yo te estoy preguntando".


La profesora se llamaba Isabel y la adorábamos. Tenía una paciencia infinita y muuucha experiencia. Sabía bien cómo callarnos la boca y cómo hacernos comprender cosas complicadísimas. Y cómo conseguir que no nos levantáramos de la mesa y atendiéramos. En deuda estoy con ella.


De Isabel, con Isabel, empecé a aprender que las matemáticas no son tan complicadas una vez tienes claras las variables. Me encantaría, ya ves, que hiciera una fórmula a mi medida mediante la que yo pudiera calcular mis opciones a corto-medio-largo plazo. No tengo ni idea de mi ecuación. Hay tantísimas cosas, tantísimas variables, tantísimos finales, tantísimas interpretaciones, tantísimas chuminadas... que no sé cuál es la correcta.

No dudo que las matemáticas sean perfectas. Dudo de mi capacidad para conseguir que lo sean porque las mezclo con las tautologías filosóficas sin saber una mierda de ninguna. Tanto darle vueltas a los mismo ya me ha cansado. Abrevio sin llegar a ése lenguaje encriptado:

Ecuación 1: si A no A, B no B.
Ecuación 2: si A va en tren de Barcelona a X y B va en tren de X a Barcelona, sin tener ninguna importancia la velocidad ni el tiempo que utilizan para tal menester, ni el calendario en el que se mueven... ¿se encontrarán? En caso afirmativo, ¿cuándo?¿cómo?¿para bien o para mal?
Ecuación 3: S quiere un curro donde sea y, por lo tanto, cambia de geografía. S va hacia el nuevo punto con equipaje ligero puesto que no hay ataduras ni ñoñerías en su lugar de origen. ¿Estará bien S?
Ecuación 4: En los casos supuestos de que J quiere ver a S, J quiere despedirse de S -o algo así-, J quiere abrazar a S y J NO quiere hablar, ¿cuántas posibilidades hay de que ninguno la cague?


¡De J depende el 50%! Lo de la máquina del tiempo, ¿cómo lo llevamos?

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