miércoles, 25 de abril de 2012

EN CASA



Bill Bryson se propone en este libro dar un salto, o varios, al pasado para mostrarnos el origen del hogar moderno. Reflexiona en las primeras páginas sobre el concepto "casa", el nomadismo, la ciudad, las clases sociales... Y me ha hecho pensar en qué ha llevado a este hombre a profundizar en estos temas.


Es un tipo curioso, sí, pero me lo imagino -no sé por qué- sentado en una chair pero sin público, cuestionándose su vida entera por ese mueble (elemento movible), su relación con los objetos, el pasado escondido en esas paredes. Tiene una mirada tan objetiva, tan precisa, tan de forense... que no puede ser casual. Podría ser uno de esos hombres que se centran en aspectos concretos y diminutos de su realidad física más inmediata con tal de llenar su tiempo y alejarse de las grandes cuestiones metafísicas del resto de humanos (el quién soy, por qué estoy aquí, adónde quiero ir y etcétera)

Por ponerle una pega a lo que llevo leído, diré que está algo "desfasado". El señor tiene una edad y está muy lejos de comprender mis treinta y algo. Habla, por ejemplo, de la "cama" y nos explica que, en aquel entonces lejanísimo, el vocablo designaba al "colchón" y los ropajes para cubrirlo.... Me da la sensación de que la sociedad actual está más cerca de esa definición que nunca desde que somos "modernos".

Mi casa es mía y huele a mí. Los objetos pueden variar su posición, tener pasados y usos distintos, desaparecer o multiplicarse... pero sin mi olor no hay casa. Es verdad que mi olor es el que es gracias a un frasco de perfume, a los libros, a los rotuladores, a la madera de las estanterías, al ventanal con salida al balcón... y a la inversa. Este espacio huele como huele porque estoy yo, con mis neuras, mis tristezas, mis carcajadas, mis ronquidos, mis estornudos, mis inquietudes, mis sueños.

Hay quien se lleva todo un hogar en una lámpara. O quien viaja y tiene un hogar en el lugar del que partió porque deja allí su olor. O quien no tiene casa porque no huele nada ni a nada. "Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando...." decía Juan Ramón Jiménez en "El viaje definitivo".


¿Cómo serías tú si fueras una casa? La mía estaría llena de ventanas y puertas. Probablemente no tendría más de dos habitaciones. La cocina sería rudimentaria, horno de piedra, hoguera que da lumbre más tarde y calienta. En el baño no habría espejos, lo más destacable sería un "jacuzzi" en rollo japonés. No existiría el hall (recibidor)... esta puerta se abre sólo para unos pocos y esos no necesitan preocuparse de manchar de barro el resto de casa. Habría una puerta en el techo de mi dormitorio que llevaría, una vez abierto el candado, a los pensamientos del piso superior, una pequeña buhardilla con ventana de ojo de buey. No tengo claro lo de poner sótano.


Voy a seguir leyendo. 

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