lunes, 12 de marzo de 2012

EL GORRO DE ALUMINIO



Lo llevo desde hace unos días. Me sienta estupendamente. No me refiero a que me queda bien con el pijama ni a que me hace más delgada o cosas de esas. Quiero decir que, mentalmente, soy otra desde que lo uso. Lo recomendaba T. Blanco y por algo era.


Los beneficios del invento se resumirían en que te aísla del porno emocional y te incapacita para el intercambio psíquico. Esto viene a ser, por ejemplo, que si se te planta X y te suelta todos sus dramas y no te interesan una mierda... te pones el gorrito y, alé, listo. Muy útil también cuando tienes demasiado tiempo ocioso y empiezas a machacarte el lóbulo frontal con pensamientos que bien podrían pasar por el látigo del nazareno más ferviente... Es colocártelo y no oír nada, transformarte en informático (ser inconsciente per natura). Todo ventajas, oigan. Y no sigo porque me embalo.


El de la foto bien podría ser yo dentro de unos años enseñándole el artilugio a mi sobri, que buena falta le va a hacer. Está el mundo como para ir dejando que las neuronas se nos ocupen en cualquier tontada.

Alé. A cascarla.


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