lunes, 1 de diciembre de 2008

RISTEANDO II





Uelga de aches calladas
Esto no es un omenaje, pero se le parece demasiado. Este artículo con poco arti y mucho culo no pretende nada que no ayas pretendido ya un montón de veces. Y lo va a pretender seguramente mucho peor que tú. A este texto absurdo por optimista e inoportuno por matutino, le da igual la actualidad, la monarquía, el gobierno, la ortografía y el monstruo de las galletas. Yo no voy a quejarme porque quejarse, tal y como están las cosas, resulta ya asta demasiado fácil. Oy te escribo con una sonrisa entre los dedos. Oy salgo a la calle con las elipsis por fuera.
Sobreviviste un día más, y eso no es que sea mucho, eso es que lo es todo. Las estadísticas, las muy putas, cuentan que doscientas treinta y pico mil personas en todo el mundo nunca más podrán decir lo mismo. Y si ya no estás, ya ves qué estupidez plantearse nada. Aunque no te creas, aún ay mucha gente persiguiendo la inmortalidad.
Esto ay que celebrarlo, no estás bajo tierra (aunque vayas en metro) y no sufres de estupidez (aunque me estés leyendo a mí). Vamos allá, mira a tu prójimo, el que tú quieras. Una pista, invisibles con pinta de cualquiera disfrazados de nadie. Elige a uno. Él también sobrevivió. Igual deberías ayudarle a que él también lo celebre.
No te aconsejo que lo abraces, no vaya a ser de los que sólo se volverán a duchar cuando su equipo juegue en primera. Pero sí te recomiendo que lo mires fijamente, estires tu boca en algo parecido a una sonrisa y te quedes así asta que lo acabes desnudando de su anonimato. La cantidad de momentos interesantes que abrán empezado así a lo largo de la istoria (con un par de anónimos, desnudos y sonrientes).
Aora repasemos tu agenda. Dícese de la lista de cosas que tendrías que acer oy, si no fuese porque seguramente te faltará tiempo para una mitad, y porque la otra mitad se verá modificada de manera inesperada a lo largo del día. Atención pregunta. ¿Ay algún momento mecedora? Mi amigo D llama así a los momentos que de aquí a muchos años, recordarás cabalgando una mecedora, mientras tus nietos se preguntan de qué te ríes. Si no lo ay, si oy no tienes previsto algo tan imprevisto que merezca la pena aber gastado un día menos acia tu eterna nada, vuelve al principio del texto y comienza de nuevo. Te prefiero encadenado a este despropósito, que perdiéndote en el error de un mismo día de 20 años de duración.
Por último, tu guía de teléfonos. Ya sabes, esa lista de conocidos, exparejas, amigos, familiares, amantes y amados en general, que se distribuyen en el orden más banal, el alfabético, generando una absurda macedonia de emociones agazapadas entre la A y la Z. Recórrela sin mirar, y párate en un nombre al azar. No vale acer trampas. En el que te ayas parado, pulsa el botón de llamada. Cuando ese alguien descuelgue al otro lado, cágate en sus muertos y cuelga. De este modo se te pasará tanta cursilada de golpe (lo ves cariño, cualquiera puede escribir autoayuda) y podrás volver a afrontar este viernes cualquiera de octubre con todas tus aches como una persona normal.
O como quien sea que fueras antes de leer esto.

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