miércoles, 3 de diciembre de 2008

RESUMIENDO PORFAVORES




Timbre. Taconeo. Cierro los oídos. Convivir es un suplicio la mayor parte del tiempo. También "convivir" con la vecina de arriba que es Uruguaya y monísima pero que tampoco, todavía, ha aprendido a quitarse los zapatos y bajar unos metros a la realidad del suelo-techo que pisa cuando llega a su puta casa.

Mis inexistentes ingresos me abocan a compartir vivienda. Para que todos vivamos como buenos hermanos, una lista de consideraciones que pueden alterar la fiesta que es la vida diaria.



No soporto los taconeos, a cualquier hora del día.

Me da rabia ver platos acumulándose en el fregadero.

A tu novio, o novia, te lo follas tú y no quiero saberlo. Los jadeos, gritos y espasmos que no traspasen la pared, por favor. No es envidia, es respeto. Especialmente si en el pack van también los cabreos, los insultos y las lloreras.

Para animal doméstico ya estoy yo. No pajaritos ni pececitos ni gatitos ni perritos. Ya me cuesta lo mío alimentarme y sacarme a pasear como para adoptar a otro ser vivo y poner mi responsabilidad en jaque, que ya tengo bastante con lo mío. Pónmelo fácil, que yo te muevo el rabo si hace falta o me olvido en 10 segundos del nombre de mi madre en plan Dori.

No me toques los cojones. Tú has soportado un día de 14 horas a tus espaldas y yo lo mismo así que, si no te apetece cambiar de tercio y sonreír lo bastante como para contagiar, ni me mires. Yo soy un radar en estado de máxima alerta y las falsas alarmas no me van.

Sé persona, coño, y no lobo, que no has nacido para eso, ¿no?. Gruñe para tus adentros, cabréate pa ti. No tardes más de diez minutos en el baño lamiéndote el pelaje, el pelazo, la piel, lo que sea. Padezco de incontinencia urinaria y eso me hace tener malas pulgas a veces. Odio, dicho sea de paso, a la gente que sale del baño sin zapatillas y que marca un camino hasta su habitación.

¿Se está cómodo en el sofá? Pues apártate que no vives solo. Quita tu puto culo del mismo si yo aparezco. Ten la decencia, como mínimo de hacer el gesto. Prometo no cambiarte de canal, ni siquiera voy a rozar el mando.

Me molesta la gente que enchufa sus quesos en cualquier parte. En tu habitación haz lo que quieras pero no me hagas sentarme en un lugar en el que has puesto tus putos pies de hobbit sin lavarte bien entre los dedos, sin quitarte las botas y sin sacarte los calcetines pestuzos. Aún así la tendríamos en un día rojo.

¡Mira que cocinas bien! ¡Arguiñan@! Pero limpia, cabrón@, que luego voy yo y no me apetece ni un poquito ponerme con lo tuyo. Un día vale, dos también, al tercero ahí se queda. Por mis muertos.

¿Ves esa tapa del WC? Sirve para que no se te queden los cachetes fríos cuando te sientas a aliviarte. El que lo inventó lo hizo para algo. De verdad. Créetelo. No te cuesta nada dejarla como está y Santas Pascuas. Ya sé que me cuesta a mí lo mismo ponerla que a ti levantarla pero, en serio, ¿tanto te cuesta apuntar? No me hagas preocuparme por estas historias que no tienes edad y cuando la urgencia aprieta, aprieta de verdad.

La cena comunitaria está muy bien pero que no curren siempre los mismos y sean los de toda la vida los que esperan en el sofá/silla/periódico/libro/pantalla del ordenador/baño/teléfono. Gorro blanco por cabeza. A escote, como dicen en la capital.

¿Problemas de dioptrías? ¿Dificultades en la expresión verbal? ¿No? ¡Pues a qué coño jugamos! Ese manchurrón en el suelo lleva dos días... ¿algo que decir? ¿algo que hacer? ¡Coge la fregona, coño, o estámpamela en los morros y di que he sido yo! Con dos cojones, que yo también me despisto.

Vale que pruebes el champú, el gel, o la crema hidratante que me he comprado en la farmacia gracias a mi piel fina y delicada... pero si coges más de X veces, si lo gastas, si lo consumes habitualmente... ¡repónlo!

¡Qué pereza da limpiar los fuegos! Es una de esas cosas que a todo el mundo le jode hacer... pero que hay que hacer. No tengas miedo a ser pionero, otros tantos lo hicieron antes que tú. ¡Ánimo que no es tan difícil!

No me piques a la puerta cada dos segundos para preguntarme si puedes coger un condimento u otro, pollo del congelador, nata líquida... ¡cógelo! Y mañana, o pasado, te vas al súper y lo vuelves a colocar en el mismo lugar, en la misma estantería... que tengo muy mala memoria.

Tú y yo hemos hecho una reestructuración de armarios. Si tú no sabes dónde está X después de una semana de adaptación, ¿de verdad crees que yo puedo ayudarte y visualizar en mi bola de cristal el lugar exacto en donde dejaste al tuntún el preciado tesoro que estás buscando ahora? Andaaaaa....

Una puerta cerrada indica que no debes entrar. Por más que adivines luces por debajo de la puerta. Por más que me oigas aporrear el teclado. Por más que te creas con derecho de pernada. Por más que lo tengas.

Esos personajes que aparecen sin más en una estancia y que no sabe uno de dónde vienen, si es que vienen de algún lugar, ni adónde van, si es que tienen intención de producir un movimiento... A mí, sustos, los justos. Se dice Hola y Adiós, se dan los buenos días, cosillas normales -creo- de especímenes que viven bajo el mismo techo.



Pensaba que no tenía manías, que era fácil en la convivencia. Creo que es porque, con los años, una se vuelve menos... permisiva, digamos.

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