miércoles, 30 de septiembre de 2009

PITILLO

Pitillos entre clase y clase, antes y después de salir de la misma. A solas y, afortunadamente, acompañada -y muy bien- más veces de las que me merezco. Pitis frente al ordenador, leyendo en el sofá, mirando la luna creciente algunas noches de recuerdos tomando la bastilla y pensamientos kamikazes. Pitis sueltos de los que se quedan en el cenicero mientras me pierdo en el caos. Piti apagado pero entre los dedos saliendo del gimnasio. Pitillo ignífugo escuchando "Deseo" (P. Guerra), "Que tinguem sort" (LL. Llach) y todas las que hacen la banda sonora de estos días raros de flashback y flashforward aleatorios. Pitis en el balconcito durante la siesta truncada: los que duermen, los que cruzan la plaza en bicicleta (velocipiés en ruso!!), los que se tiran en el césped con los cascos puestos, los viejos jugando a la petanca entre dos árboles (las chaquetas sujetas en el tronco con un clavo) la ausencia de la muchacha aquella que hacía fotos cada día desde el mismo punto a las 10.30 que me lleva a considerar el tiempo que hace que no tengo una mañana relajada...



Y pitillos en todas las tiendas. Así no hay manera de darse un capricho y comprarse unos putos pantalones de toda la vida. Mierda de modas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los pitis son como la vida misma, pues si.
Consimiendose bajo la sensacion placentera o el estress del momento. Siempre cortos. Insuficientes.
Has probado los puros?
Y no hablemos de los pantalones de pitillo. Aqui uno que se niega a pasar por el aro modistico... conservo pantalones que me pondo desde los 16 años... algun dia habra que cambiar no?
Besos
P.