jueves, 30 de julio de 2009

blythe










Cocorosie Terrible Angels



If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them


You provide the bird bath
I provide the skin
And bathing in the moonlight
I'm to tremble like a kitten.

If blue eyed babes
Raised as hitler's little brides and sons
They got angelic tendencies
Like some boys tend to act like queens


Oh if every angel's terrible

Then why do you watch her sleep
You love to hear her sing
And wear purple eyes like rings
Well the flowers have no scent
And the child's been miscarried

If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them
If every angel's terrible
Then why do you welcome them

You provide the bird bath
I provide the skin
And bathing in the moonlight
I'm to tremble like a kitten

Oh every angel's terrible
Said Freud and Rilke all the same
Rimbaud never paid them no mind
But Jimmi Morrison had his elevators
His elevators


He had his elevator angels


If every angel's terrible
Why do you hide inside her
Like a child in a skirt
The supermarket's loud and bright
And boy don't she feel warm tonight
Boy don't she feel warm tonight
Boy don't she feel warm tonight


If every angel's terrible...

miércoles, 29 de julio de 2009

PARÍS NO SE ACABA NUNCA

Debería hacer lo que Joan me dijo pero me cuesta un huevo. No soy de llevar al día mis cuentas, ni mis libretas, ni mis balanzas.


Escribo aquí, por carecer de otro lugar físico al que recurrir, algunas frases y fragmentos del libro que me acompaña estos días.




" Vi la eternidad el otro día, escribió Vaughan en un atrevido verso."



"Como diría Kafka, se fue lejos para seguir aquí."


"La Revolución, dijo él entonces, melancólico, me recuerda la definición que de la vida nos daba siempre un amigo de mi familia, el doctor Gottfrien Benn. La vida, nos decía ese doctor, dura veinticuaro horas y a lo sumo fue una congestión."



"Recordé una frase que le había oído decir muchas veces a mi madre: Hay que saber nadar lo justo para abstenerse de salvar a los otros."



"El carácter se forma los domingo por la tarde." Ramón Eder.



" Tardaría en comprender, si es que realmente lo he comprendido, lo que supo ver Stendhal cuando, escribiendo La Cartuja de Parma, decidió que para adquirir el tono correcto y que sus lectores, por muy raro que fuera lo que les quisiera contar, entendieran exactamente lo que les quería decir, él debía leer de vez en cuando unas páginas del Código Civil. Si no soy claro, escribió, todo mi mundo queda aniquilado."




" .... Ya empezó a influir en el momento mismo en que salí a la calle y mi amiga Boutade me comentó entusiasmada: "Te lo dije. Ningún hombre sabe quién es, ningún hombre es alguien. Ni Epiménides lo sabía."Le pregunté si Epiménides era su novio. Rió, negó con la cabeza. Es un sabio antiguo, dijo, y luego citó las palabras por las que había pasado a la historia: "La frase que sigue es falsa. La frase que la precede es verdadera."



" La semana pasada trató de suicidarse, dice de un cliente del bar un camarero viejo en el cuento de Hemingway Un lugar limpio y bien iluminado. Y cuando el camarero joven pregunta por qué, recibe esta respuesta: Estaba desesperado. ¿Por qué?, vuelve a preguntar el joven. Por nada."
Hemingway cambió el sol y la alegría de los cafés limpios y bien iluminados de Cuba por su desolada casa de Ketchum, Idaho, una casa perfecta para matarse. Un domingo por la mañana, el 2 de julio de 1961, se levantó muy temprano mientras su mujer dormía, encontró la llave de la habitación donde estaban guardadas las armas, cargó una escopeta de dos cañones. En Un lugar limpio y bien iluminado hay una oración: Nada nuestro que estás en la nada, nada es tu nombre, tu reino nada, tú serás nada en la nada como en la nada.Cargó la escopeta, se puso el doble cañón en la frente y disparó. Y a la mierda."




"Hice la reverencia y luego añadí con humor y tímidamente, recordando una frase del bohemio bouvier: Esta noche, en la buhardilla, encenderé una cerilla para no ver nada."





Extraído todo ello de "París no se acaba nunca", de Enrique Vila-Matas, Ed. Anagrama.

GRACIAS

Ojeras puestas, legañas en su lugar correspondiente, voz manola y arrastrar de sandalias.


- ¡Hombre! ¡Buenos días, Nick! ¿Qué tal estás? -pregunta a su recién aparecido cliente.

- Gracias.

- ¿Cómo? - no acabo ni empiezo a entender su respuesta.

- Gracias, sí.


Y sí, así empieza un día más y un día menos. "Esto ya no lo levanto", se dice. Y se le vienen a la cabeza todas las mañanas compartidas y todas las explicaciones y todas las horas de dale que dale y dele que dele y ya no se le llena la boca de "es un crack" y ya no hay vuelta atrás por más que intenten, uno y otro, resituarse en ese rollo nuevo de ex-fan frente a su mito caído.









De vuelta -no de todo sino a casa- recoge algunas cosas que no han cabido en la maleta: un par de pantalones, una camiseta, cajas de medicamentos, algunas bolsas de plástico para la ropa sucia, unos bolígrafos... Se acerca sin miedo al baúl y, al abrirlo, le salta una caja que podríamos describir como medio abierta o medio cerrada si contempláramos que esta segunda opción hubiera sido realizada con prisas y a hurtadillas y la primera hubiera sido causada por una colocación descuidada de la misma. La coge y mira dentro: un ticket de compra expedido el 06 del 06 del año que cursa y 5 unidades.



Reflexiones aceleradas:

1.- Es una caja de 12.

2.- ¿Cuándo fue la última vez que la abrió?

3.- ¿Siete? Son demasiadas y al mismo tiempo pocas para dos meses.

4.- ¿Se ha llevado?

5.- ¡Cabrón! ¡Hijo de puta!, etc., etc., ....

6.- ¿No podría haber esperado a pillar una farmacia por ahí?

7.- Maldito perro, puto salido, etc., etc., ....

8.- ¡Pero si tú también haces lo mismo!

9.- ¿Quién sabe lo que pasará? Mejor precavido, mejor eso que nueve meses al borde del ataque al corazón, mejor llevar, mejor no dar nada por sentado, mejor dejarse llevar de vez en cuando.

10.- Mejor = más bien o más bueno o más buena.

11.- No entremos en comparaciones.

12.- La vida es una comparación. Presente, pasado y futuro funambulistas. Los de cualquiera. La de cualquiera. Los malabares dan color.

13.- Que yo no me entere.

14.- Alé, alé, no está más cerca ni más lejos el final. En un giro tremendo de estos el final nos atrapa o desaparece, así, con opciones al cincuenta por ciento. Nada de dramas ni de "nadie más, nadie más, besará your lips"...

15.- Ross tenía celos del nuevo compañero de trabajo de Rachel así que saca el armamento pesado y le lleva regalos a la oficina, unos mariachis, etc. y Rachel se enfada por la falta de confianza y pone todos los puntos sobre las íes. Ross, ya más calmado, ya más seguro, se despide de Rachel en el Central Perk y le explica que va a llevar a su hijo a jugar al parque con una chica a la que conoció el otro día en una fiesta, de profesión chica de streaptess, y su hijo. Rachel se putea pero, orgullosa, lo niega y se despide de él con un mega morreo. Joey, que ha aparecido unos minutos antes y lo observa todo en la distancia, le dice a Rachel: "Muy bien, muy lista, él ha quedado con una streapper y tú lo pones caliente antes de verla."

16.- ..... nunca se acaba....

martes, 21 de julio de 2009

la ciudad






"No intentes enterrar el dolor; se extenderá a través de la tierra bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre.
Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia y con ella, el golpe que las originó.
Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde.
¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste?
¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia?

A tu alrededor se alzarán las ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo.
No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado, malograda queda en cualquier parte del mundo. Tengo veintidós años, y hablo por boca de otros."


"Beatriz y los cuerpos celestes" Lucía Echevarría.


Y me acordaba de esto hoy pensándome viajera en ninguna parte y en todas. Y he recuperado el fragmento y me he quedado enganchada en el trozo que va desde el penúltimo punto hasta el final. Yo debía tener esa edad cuando lo leí.


¿¿¿Cómo que no hay que intentarlo??? ¿Cómo no vamos a intentarlo? Si la esperanza es vana o no, es lo de menos, ¿no? ¡¡mientras sea!! ¿Quién decide lo que es vano? ¿Hay una lista de cosas vanas? ¡Anda ya! Que alguien la piense, la escriba y me la enseñe. Entonces discutiremos.

QUINTETO DE BUENOS AIRES

- Soy bastante buen cocinero.

- Y lector.

- Apenas si ojeo los libros, sin hache. Hojearlos, con hache, representaría un esfuerzo excesivo. Me gusta guardarlos y quemarlos.

- ¿Quema libros? ¿Escuchaste lo que dijo, Vladimiro? El señor Pepe Carvalho quema libros. Eso nos corresponde a nosotros, los policías. ¿No es cierto? ¿No es cierto que los policías somos fascistas? Quemar libros es cosa de fascistas. ¿Es usted fascista?

- Un poco, como usted, como todo el mundo.

- Yo únicamente soy un policía. Pero respeto los libros. Incluso ésos, que lo más probable es que nunca lea. ¿Sabe usted por qué respeto los libros?


Carvalho se encoje de hombros.


- Porque cuando era chico tuve uno solo.

- ¿Corazón, de Edmondo de Amicis?

- ¿Cómo lo adivinó?

- Era el libro único de los niños de las clases populares, y usted tiene aspecto de venir de las clases populares.


Pascuali se acerca a Carvalho hasta casi rozarse las narices, luego le echa el aliento mientras le dice:

- Cuando se entra en este país hay que dejar los huevos en la aduana. Cuando se vaya se los devolvemos.


Da unos pasos atrás para comprobar el efecto de sus palabras en Carvalho, pero sólo constata un rostro impenetrable que no quiere traducir ninguna emoción. Pascuali hace una señal a su acompañante para que le siga. Se encaminan los dos hacia la puerta. Una vez allí se vuelve.


- Lo mejor que puede hacer por Raúl Tourón es dejar de buscarlo, y si su familia quiere encontrarlo que se vaya a la policía.

- ¿Dónde? Soy extranjero. ¿Dónde puedo encontrar a la policía? ¿No me dejan su tarjeta?


Vladimiro quiere echarse sobre Carvalho, pero Pascuali lo retiene.


- Déjalo. Este boludo es de los que se ahorcan solos.




No se quita la frase del mutis de la cabeza mientras merodea en torno de una cazuela humeante.

- ¿Será cierto que soy un boludo de los que se ahorcan solos?


Corrige el aderezo. Retiene en una mano cerrada el vapor que sale de la cazuela, se lo lleva a la nariz.


- Las apariencias engañan. Siempre he tenido instinto de conservación.






"Quinteto de Buenos Aires", Manuel Vázquez Montalbán.
Ed. Planeta, pág. 61-62.

hablar es gratis

Leyendo esto



http://www.elcansancio.com/rafel/2009/07/16/sentarse-en-el-trono-de-otro/



ha empezado la paranoia. Silogismo vital. Hay quien prefiere cagarse en su vida y quien es más de cagarse en los otros. El que es tímido de esfínteres, como dice Rafel, lo es para todo y, no sé, si para siempre.

jueves, 2 de julio de 2009

BOBBY FISCHER

Esa misma tarde le escribió una carta a su querido Bobby Fischer. Por supuesto, no conocía personalmente al enloquecido campeón de ajedrez que se escondía en su exilio islandés, y del que nadie sabía apenas nada desde hacía décadas, más allá de su absurdo conflicto con el Departamento de Estado norteamericano y su evidente deseo de desaparecer del mundo y seguramente del espectro de sí mismo.




"Querido señor Fischer:



Enfrentado como estoy a un problema irresoluble, a varios problemas irresolubles, habría que decir, de los cuales y no el menor, es esta insensata preocupación por corregir traducciones ajenas, y aquí, si no se ha enfrentado a esta tarea y si no ha leído a Blake, debería añadir que no es en absoluto una tarea menor, y confiando en su destreza para imaginar soluciones dentro de conflictos marcados visceralmente por la naturaleza de las piezas en juego y la imposibilidad de alterar dicha naturaleza, que es la causa misma de las posiciones que dichas piezas ocupan dentro del conflicto, y en fin profundamente desolado por su situación y por la mía, me permito escribirle estas líneas, que seguramente no le harán a usted ningún bien, ni a mí tampoco.

Ni que decir tiene que esta carta no espera respuesta y tal vez ni siquiera espera, ni precisa, ser leída, ni es tampoco un mensaje en la botella, ni un grito de auxilio, ni el resultado de mi frustración. Puede que sea, es más, es con toda certeza, una acción, y podría decirse que una acción positiva, tanto en cuanto no requiere de usted más que su presencia imaginaria y de mí, un marco adecuado para la reflexión. Dicho lo cual, y por si acaso, le deseo lo mejor en esas tierras islandesas, extrañas pero seguramente hermosas.




De los juegos que sobreviven dentro de los límites de madera sabe usted más que yo, evidentemente, de los juegos que desbordan dichos límites, me atrevo a imaginar que desconocemos ambos casi todo, y sin embargo no deberían ser tan distintos. ¿O sí? Al fin y al cabo, fuera de ese marco no hay más que piezas que responden a su propia naturaleza en la dirección de todos y cada uno de sus movimientos y que no pueden soñar más que con posiciones previamente marcadas. Siendo más claro, verá usted, señor Fischer, mi vida se ha puesto muy cuesta arriba, y sé que no es culpa suya, de la vida, ni suya de usted, ni siquiera mía, porque se mueve cada uno en la dirección natural de las posiciones marcadas, y en la íntima exigencia de su propia naturaleza. Y de nada sirve gritarle a la torre, ¡no me vengas tan de cara!, o acusar al alfil de ladino, ni reírse de la ridícula arrogancia del caballo, que va como de lado sin ir de lado del todo, como ve usted mis conocimientos del juego que usted practica son casi nulos, de nada sirve, permítame continuar que ya acabo, imaginar un juego distinto ni la claudicación de una sola de las inercias naturales del conflicto, tampoco estoy dispuesto a regalarle ni a usted ni a nadie ninguna de las piezas que me quedan por más que no tenga la menor idea de qué demonios hacer con ellas. Y entenderá usted, supongo, siendo un campeón de ajedrez, el campeón de ajedrez más grande del mundo, por lo que yo soy capaz de descifrar del alcance de sus habilidades, que mi rey es tan bueno como el suyo, y entenderá también que no le ceda ni a usted ni a nadie ni uno solo de mis peones. Así que no queda más que vislumbrar no ya una solución, sino un modelo de resistencia que sea factible, y que como tal no ingnore ninguna de las posiciones. He aquí que me enfrento a lo que he dado en llamar el problema legendario de mi propia existencia, que depende tanto de la teoría hegeliana, somos historia más memoria, como de las ensoñaciones whitmanianas, somos libertad y espíritu, porque, sea como sea, las posiciones de la memoria, y las del espíritu, son las posiciones posibles, y cabría decir prefijadas, y no existe más que el límite del juego y el juego mismo. Y la fe, querido Bobby, y permítame la arrogancia de llamarle así, señor Fischer, mueve montañas, pero son las montañas que están y se mueven entre los límites de la posibilidad, incluidas claro las posibilidades de la fe, y nunca fuera de ellos.

Y en un par de meses, y con esto le dejo, se termina el verano, y vuelven mis hijas, y vence la hipoteca, y para qué le voy a contar más. Si acaso añadir que quería mucho a una mujer que ya no me quiere, y que era bastante guapa, y la verdad, Bobby, sepa uno o no de ajedrez, eso duele. Y además me temo que la quiero aún con toda el alma y no sé, honestamente, si podré amar de nuevo. Aunque a menudo me invento un amor colosal que no es sino la mudanza de los muebles del amor ya perdido.

Cada uno será grande en relación con aquello con lo que batalló, decía Kierkegaard, vea usted que admiro, por tanto, mucho más su grandeza que la mía, pero no me niegue usted mi parcela de grandeza, que sigo hablando de amor cuando ya nadie me escucha."



Guardó la carta en un sobre y la dejó junto a la puerta como si de veras tuviera intención de mandarla. Se alejó dos pasos y regresó a por ella, sacó la carta del sobre, se sentó y siguió escribiendo.



"Y ahora bien, ¿de qué se me acusa, al fin y al cabo? ¿Acaso no amé con la naturaleza que me fue dada, y puede que incluso por encima de mis posibilidades, tensando cada vez el arco de mis propios intereses? ¿Acaso no desprecié siempre la tierra conquistada para adentrarme una y otra vez en el bosque de mi derrota? Donde sabía, porque lo sabía, porque hasta me lo había avisado mi madre, que me iban a dar, pero bien. Que así lo decía ella, ni más ni menos, mi madre, que es muy salada. Me decía, tú sigue así, hijo, que te van a dar, pero bien. Y vaya si me han dado, señor Fischer, y perdóneme el haberle llamado Bobby hace un segundo, que tiene usted toda la razón al pensar que tales confianzas no vienen al caso. Pero permítame que le exija, tal vez exigir no es la palabra más adecuada, pero se lo exijo igualmente, que no me interrumpa justo ahora, que ya termino. De qué me arrepiento, señor Fischer, y qué se me exige, y por qué este sufrir, así, tanto y para nada. Y qué derecho tiene usted a juzgarme, usted precisamente que ha sido tan injustamente juzgado."



Después arrugó la carta en un último arrebato de ira y la guardó en el bolsillo.

Buscó en los cajones desordenados, llenos de facturas y clavos y pilas gastadas, hasta que dio con los post-it. Despegó uno y escribió:


"Señor Fischer, ocúpese usted de su vida que yo me ocupo de la mía. Por lo demás, le deseo lo mejor."



Esa misma noche quedó a cenar con unos amigos. Se había condenado a esta vida de castigo en la que apenas si veía a nadie, avergonzado como estaba de su condición, por más que no supiera cuál era su condición exactamente.



Al calor del vino y una buena cena y la conversación ligera y achispada de sus viejos camaradas, la vida le pareció de pronto insoportable.
El aire le fataba, la comida le produjo náuseas, y no fue hasta que improvisó suficientes excusas y se vio por fin en la calle, y pronunció el nombre de su amada ya perdida, que comenzó a sentirse de nuevo en tierra firme.


[....]



Algún día no le quedaría más remedio que ser un animal muy distinto.

Cuando quiso darse cuenta era el último invitado.

Es bien sabido que el último en abandonar la fiesta es siempre el intruso.





Ray Loriga, "Ya sólo habla de amor", Ed. Alfaguara.

miércoles, 1 de julio de 2009

VIRALLONGA

Mira padre, no te enfades,
sé que tienes un montón de trabajo,
que ahora estás muy solo y triste,
que el teléfono no para de sonar
y que por cualquier cosa lloras
y nos gritas y dices que salgamos
para no molestarte.

Llevas más de un año así,
pero como nos bañamos y vestimos,
te acompañamos al mercado,
te abrazamos e intentamos ser alegres
y que tengas siempre limpio el cenicero,
estás seguro de que todo marcha bien
y de que ella sólo a ti te hacía falta.

Mira, no te enfades,
pero necesito saber que aún nos quieres,
que no es cierto lo que dicen de nosotros
y mi hermano un cuaderno de espiral para el colegio.
No te enfades si te digo todo esto,
pero ni te has fijado en que ya sé escribir
ni en que hace cinco dientes que no pasa el ratón Pérez

35ºc

JERSEY GORDO DE CUELLO ALTO



Es sólo leerlo y empezar a sudar, ¿no?