martes, 21 de julio de 2009

QUINTETO DE BUENOS AIRES

- Soy bastante buen cocinero.

- Y lector.

- Apenas si ojeo los libros, sin hache. Hojearlos, con hache, representaría un esfuerzo excesivo. Me gusta guardarlos y quemarlos.

- ¿Quema libros? ¿Escuchaste lo que dijo, Vladimiro? El señor Pepe Carvalho quema libros. Eso nos corresponde a nosotros, los policías. ¿No es cierto? ¿No es cierto que los policías somos fascistas? Quemar libros es cosa de fascistas. ¿Es usted fascista?

- Un poco, como usted, como todo el mundo.

- Yo únicamente soy un policía. Pero respeto los libros. Incluso ésos, que lo más probable es que nunca lea. ¿Sabe usted por qué respeto los libros?


Carvalho se encoje de hombros.


- Porque cuando era chico tuve uno solo.

- ¿Corazón, de Edmondo de Amicis?

- ¿Cómo lo adivinó?

- Era el libro único de los niños de las clases populares, y usted tiene aspecto de venir de las clases populares.


Pascuali se acerca a Carvalho hasta casi rozarse las narices, luego le echa el aliento mientras le dice:

- Cuando se entra en este país hay que dejar los huevos en la aduana. Cuando se vaya se los devolvemos.


Da unos pasos atrás para comprobar el efecto de sus palabras en Carvalho, pero sólo constata un rostro impenetrable que no quiere traducir ninguna emoción. Pascuali hace una señal a su acompañante para que le siga. Se encaminan los dos hacia la puerta. Una vez allí se vuelve.


- Lo mejor que puede hacer por Raúl Tourón es dejar de buscarlo, y si su familia quiere encontrarlo que se vaya a la policía.

- ¿Dónde? Soy extranjero. ¿Dónde puedo encontrar a la policía? ¿No me dejan su tarjeta?


Vladimiro quiere echarse sobre Carvalho, pero Pascuali lo retiene.


- Déjalo. Este boludo es de los que se ahorcan solos.




No se quita la frase del mutis de la cabeza mientras merodea en torno de una cazuela humeante.

- ¿Será cierto que soy un boludo de los que se ahorcan solos?


Corrige el aderezo. Retiene en una mano cerrada el vapor que sale de la cazuela, se lo lleva a la nariz.


- Las apariencias engañan. Siempre he tenido instinto de conservación.






"Quinteto de Buenos Aires", Manuel Vázquez Montalbán.
Ed. Planeta, pág. 61-62.

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