domingo, 5 de mayo de 2013

IAN y la sombra



Iba a escribirte algo así como que la sombra es mala porque oculta la luz, porque se come el dorado, porque lo apaga todo, porque es algo así como el antihéroe del sol... Y no.


La sombra te llega y aprendes a serlo inmediatamente porque está en juego tu vida, porque el negro no siempre viste más, porque estás hasta las pelotas de aguantar bochornos ajenos, tormentas extrañas.


Ahí vamos. Muchas veces tú te pensarás luz cuando puedes ser oscuridad para otro. Y al revés.


Ni tan mal. Todo irá bien mientras las fuerzas estén equilibradas y sepas -tú, sobri, sólo tú importas- que puedes ser luces y sombras, que lo eres, con cada uno lo que toca, lo que toque, y que te sientes equilibrado y respiras perfectísimamente y que cada héroe tiene su némesis complementaria.


Hay gente que es sombría de por sí. Tú, ni caso / No es tu caso. Disfruta de tus chisporroteos, no te cabrees con tus grises, tírale al blanco, no te esfuerces en mantener el negro a ralla que acaba por salir, arriésgate con tu paleta propia, que le peten al daltónico vital extremo si hace falta.


Desde siempre me han gustado los colores primarios y, si tuviera que complementarme, sería con algún color que me realce. El gris siempre queda muy a mano y no es mío, ni tuyo. Para mí, si tiene que tirar para el negro, que sea negro extremo. Si no, adelante con el cromatismo y su variedad, coño, que es primavera y nos apetecen verdes a lo bestia.


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