martes, 14 de mayo de 2013

IAN Y EL YAYO JOSÉ LUIS



Hasta que murió mi yayo Diego yo pensaba que tu yayo José Luis era una cosa... pero resultó ser otra. No, no es que pasara de humano a vampiro pero... eso de que la gente no cambia nunca es falso. Cambia el que quiere, el que sabe que tiene que hacerlo por él, no por el resto, que también, pero sobre todo por lo primero. La gente cambia, vaya que sí, casi siempre a peor, también es verdad. Las excepciones están para nosotros, nene. ;)


Tu yayo José Luis tiene poderes... es capaz de hacernos sentir protegidos a los suyos ( y de protegernos) y... también, de venir con un moratón en la cara porque se ha cabreado con un niñato que quería colarse en la gasolinera. Tu yayo José Luis, mi padre, ha sido muchas cosas en la vida.  A la gente, así, en general, hay que quererla como es, a pesar de lo que es, por todo lo bueno que es. De lo último tu yayo va sobrado, piénsalo... ¿que no?


Tu yayo José Luis, el día que conoció a mi primer ex, le regaló su reproductor de vinilos por aquello de que era músico. A mi segundo ex lo pilló saliendo de una habitación en su casa con cara de culpable elevada al infinito y tuvo los huevos de venir a saludarme a la cama y no alterarse lo más mínimo. Insistió en que mi ex2 se quedara a comer y le "obligó" a repetir de pollo a l´ast varias veces con una sonrisa gigante que aderezaba todos sus chascarrillos. No dudo de que lo quisiera ver explotar esparciéndose en trocitos por el comedor, tampoco que le perdonó todo -incluso el misterio y el secreto- en el instante en que vio cómo yo lo abrazaba. Él es así de generoso. Si quiere. Ya lo conoces. No hace falta que te explique el después de cada situación...  Cuando lo dejé con mi primer ex sacó su bola del mundo y me habló de contratar a unos rumanos (¿?) y con el segundo... bufff... ya te imaginas... te suena seguro porque se parece a tu madre y a mí (o al revés), se le calienta la boca, le crecen los colmillos, enseña las encías y parece que se va a comer el mundo de un mordisco. Da un poco de miedito a veces, pero tú no le eches cuentas que no va a por ti por más que lo parezca, aunque te haga dudar, por más que pienses que te lo merecerías. Contra ti, nunca. Contra  cualquier amenaza que te ronde, seguro, segurísimo, que sí.


Mi padre, tu yayo, es muchas cosas a la vez.
Como todos.


Tu yayo, mi padre, José Luis para los amigos, te coge en brazos y te da besos sin ponerse ni medio colorado. Es el mismo yayo que en tu primer día de vida dijo aquello de "Yo no lo cojo, a ver si lo voy a romper" con cara de preocupación pero sin mostrar un ápice de vergüenza. Por muchas cosas que yo sé y tú todavía no pero, especialmente, por eso de los besos y los arrumacos y las monerías que te hace, te digo que tu yayo es un valiente y que tienes que abrir todavía más los ojos, pequeño niño-búho... Ya lo entenderás... A mí me ha costado unos 30 años.


A todo esto, Ian... ¿tú sabes qué es ser valiente?
Por si acaso...


Valiente, de entrada, es el que se muestra tal cual es y se la pela el resto porque sabe que no hace daño a nadie. Valiente es el que rectifica si así lo siente. Valiente, por ejemplo, es él, que se ofrece a llevarme a pescar sabiendo lo pesada que me pongo, lo torpe que soy y la mala mar que levanto si me rota, si me cruzo, si me levanto airada, si amanece tramontana. Valiente, sin duda, es él, que te agarra de la mano y no le tiembla cuando tú, Ian de casi un añito, te pegas un lechugazo contra lo que sea y berreas como un cochinillo chico sin temblarle el pulso. Tu yayo José Luis no tiene camiseta de SuperMan con capa incluida porque no había de su talla, no porque no lo sea. Que no se te olvide, enano.

Superhéroes... Están más cerca de lo que creías...

Lo de los SuperVillanos lo dejamos para otro post, que estamos en crisis hasta de eso.

Besitos, Niño Chichón. Que viva el Lechugazo Intrínseco.

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