sábado, 18 de mayo de 2013

IAN, NAINO y las raíces



Naino es una de esas palabras comodín que sirve lo mismo para darte tiempo a recordar la letra de una canción que tarareas como para acompañar unos silbidos de ésos en bicicleta sin pedalear en cuestecica para abajo, feliz como una puta perdiz, oyéndote en estéreo la sonrisa, solete en la cara, los hombros y las rodillas pero sin picar, con brisilla fresca. Hasta casi adulta me chupé muchas canciones de naino-naino con tu abuelo, especialmente en el coche, intensamente en las caravanas de Semana Santa, de vacaciones de agosto, de los fines de semana, sábado mañana tempranito o domingo anochecido en las cuestas del Garraf, analizando los nainos, los nonainos y los recontranainos en quejido enfaducado lloroso sostenido.


Oye, cuidado, tampoco te flipes mucho, "Nunca le des la mano a un pistolero zurdo" (es una frase del libro de la foto que ilustra el post), o lo que viene a ser que no te lances a deducir ni a sacar imágenes de la chistera porque nada de lo que piensas se acerca ni por un momento a lo que vivimos tu madre y yo... y te puedes llevar una gran sorpresa, cachalote. Para empezar y desmontarte ya de inicio, tú nunca has conocido a tu abuelo José Luis con bigote. Y digo bigote cuando quiero decir mostacho del copón. ¿Te pensabas que lo sabías ya todo? No te queda ná, enano... (y qué bueno que te quede tanto!)


Si bien es verdad que "Nadie llega a almirante en el barco de otro, así que todo el mundo necesita su propio sueño: cuando pierdes uno, tienes que saltar sobre el siguiente", también es cierto que nadie se echa a la mar siendo de terruño y sin flotador. No nos pierdas mucho de vista, chaval, no reniegues demasiado, no blasfemes de nosotros... Me acaba de venir a la mente una escena de "Mar adentro" , échale un ojo y ya hablaremos. En fin, Ian, que te guste o no, has mamado mi apellido, que es el tuyo, has vivido mi familia, que es la tuya, y eres como eres, en parte, por nosotros. Dale un par de vueltas, no te precipites... A mis años he llegado a la conclusión de que la negra sombra la traemos de serie y que ni tan mal, al revés, si sabes combinarla con otros colores y otras luces que también te vienen dadas. Nadar y guardar la ropa es complicado. Si es lo que te apetece, hazlo divertido, que tampoco tendrás nada mejor que hacer, ¿no? Yo soy más de bañarme en pelotas y que le den a la ropa pero, ya te lo he dicho antes, cada cual tiene sus cosas y todo bien si no hacen daño a otros.


He empezado con Quevedo y he terminado con Rosalía de Castro, tócate los huevos, sobri, ¿me das el minipunto o me guardas rencor todavía por tu primer chichón?










Aquí un fragmento de un poema de Quevedo:


Tras arder siempre, nunca consumirme;
y tras siempre llorar, nunca acabarme;
tras tanto caminar, nunca cansarme;
y tras siempre vivir, jamás morirme;
después de tanto mal, no arrepentirme;
tras tanto engaño, no desengañarme;
después de tantas penas, no alegrarme;
y tras tanto dolor, nunca reirme;
en tantos laberintos, no perderme,
ni haber, tras tanto olvido, recordado,
¿qué fin alegre puede prometerme?
Antes muerto estaré que escarmentado:
ya no pienso tratar de defenderme,
sino de ser de veras desdichado.




Aquí la letra exacta de la canción... 

Tras arder siempre, nunca consumirme;
y tras siempre llorar, no consolarme;
tras tanto caminar, nunca cansarme;
después de tanto mal, no arrepentirme
y haber, por tanto olvido, recordado...

¿Qué fin alegre puedo prometerme?
Antes muerto estaré que escarmentado
yo ya no pienso tratar de defenderme
sino  de ser de veras desdichado.






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