jueves, 8 de noviembre de 2012
Los nombres de fuego
Caras conocidas en sueños y síndrome menstrual, igual a semipesadilla lacrimógena. Es que hay nombres que se te pegan en la cara interna del estómago, justo debajo del pecho, medio colgando de los pulmones y del corazón... y se muestran, se dejan leer, se reivindican, cuando menos te lo esperas, como a contracor, como riéndose en tu puta cara de todo tu esfuerzo. No sé cómo decirlo sin caer en la brusquedad otra vez, acabaré creyéndome que soy del sector rancio que da miedo. Prometo que no tengo intención de asustar a nadie, es que me sale el lado salvaje en cuanto me ponen contra las cuerdas. Y, últimamente, por cuerdas vale casi todo lo que me robe más de un segundo de pensamiento. Quizá ese es el problema nº 1. El nº 2 está en que, incluso analizando a posteriori todo mi proceso neuronal, me veo cerril siguiendo mi impulso inicial, el puto primer latido, con convencimiento. Y así.
Protesto muy fuerte contra mí.
Olvidar está siendo jodido. Leer a Escandar no lo hace más fácil. Tengo más agujetas mentales que de las otras. Me cago en el gerundio.
- Buenas noches, póngame un nº 1 y un nº 2.
- Están de oferta. ¿Algo de postre?
- No, no, no es cuestión de abusar.
De alguna manera vuelvo a "Cuatro amigos" de David Trueba. Necesito más vacaciones, más risas comunes esparcidas durante días, días, días, días, días y días. No me desagradaría una declaración de intenciones como la que sigue. Las cláusulas se podrían discutir. O no. Probablemente no. No me llames Dolores, llámame Lola.
"Ven conmigo, Bárbara, quería decirle. Yo también convertiré nuestro apartamento en un lugar alejado del mundo, no dejaremos que nadie entre en nuestra vida si tú no quieres, levantaré el parquet para que puedas tener un huerto, aprenderé a pilotar avionetas aunque sea para construirlas de papel. Convertiremos la casa en tu laboratorio de fotos, no conocí a nadie que le sentara tan bien la luz roja. Fabricaré playas para ti con arena sobre los tejados. Bárbara, nos inventaremos la vida cada mañana. Le he perdido el miedo a la felicidad, aprenderé a saludarla por el pasillo sin sentirme mal por no estar mal, como antes sospechaba de los sueños si no eran pesadillas. Súbete a este tren y vuelve al lugar al que perteneces. Los grandes egoístas podemos tener grandes amores. Ven conmigo, Bárbara." Davida Trueba, "Cuatro amigos".
Dejo para otro momento: el tener una maleta "no-preparada" para salir por pies si hiciera falta, el móvil silenciado plantándome cara, las ganas de dormir bien en compañía y varios arrepentimientos nocturnos. Hay vacaciones en las que se cansa uno más de lo que marca el presupuesto.
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