martes, 20 de noviembre de 2012

IAN y mis 33



En estos últimos cinco meses y poco, mis días se han medido en gran parte en función de tu estado, tus avances y tu evolución. Has pasado de la talla bebé a una algunos meses por encima de tu edad. Ya sonríes con gorgoritos y gritos incluidos, me has dado los primeros tirones de pelo, te has enfadado conmigo....


Me estoy yendo del tema... A lo que iba, enano... En menos de una semana cumplo 33 años. Qué gore. Joder. Cagonlaputa... El 27 de noviembre... ¡¡¡33!!!... ¿Cápasao? Se me ha ido la olla con lo del mañana, mañana...

No sé si te has dado cuenta -si has leído lo suficiente- pero cada año, todos mis putos cumpleaños, hago una lista (antes o después) de agradecimientos, perdones y deseos. Normalmente hago varios borradores sobre el tema así que puede que este sea el primero de algunos posts cansinos. Mi idea hoy es escribir algo tan corto y conciso como esto:

Gracias a los que habéis estado en mi vida lo suficiente como para sacarme una carcajada o una blasfemia. El aprecio es compartido. Ojalá sigamos queriéndonos y odiándonos tanto tanto tanto que las cuentas salgan, de alguna manera, bien para todos.... (prometo hablarte de lo necesario y maravilloso de tener un enemigo a tu altura). ¿Perdonar? ¿Perdón? ¿Cómo? No sé de qué me hablas... No me acuerdo de casi nada (guiño, guiño, codazo) ;-) Pues eso.

Regalos:  lo que más me gustaría es recibir cartas y dibujos. Lo juro. 33 años, sí. Estoy hecha una pipiola. Y tan feliz. Yo, cumpleañera, llevaré sugus y dulces variados para todos. Acepto tirones de orejas. Sufro con el "Cumpleaños feliz" cantado por personas adultas y conscientes. No me hagáis abochornarme, por favor. Los besos y los abrazos a secas también son bienvenidos.


El tiempo, nene, el tiempo... Ya me entenderás, Ian. A mi edad y sigo en construcción... Joder...
¡¡qué suerte!! A ti, sobrino, te pido que cada año me regales algo que tú hayas creado. Ni un puto euro en comprarme chuminadas, quiero algo tuyo, que salga de tu cabeza, de tu corazón o de donde cojones quieras. Si te entra el pánico escénico que no sea por la calidad de tu regalo, su originalidad o su tupicorlismo... Si hay algo que debes temer en la vida es a tu madre cabreada, como la imagino conmigo ahora mismo al leer las palabrotas que he usado en este puto post... Cabezas rodando, intestinos fuera, cabelleras cortadas, muuucha saaaangre....

Un puto regalo tuyo, cada puto año, toda la puta vida... A ti te puede sonar a castigo pero, a mí, me está molando mogollón la idea. Te jodes, nene, que para eso eres el pez pequeño.

Alé, a cascarla.

No hay comentarios: