sábado, 9 de junio de 2012

IAN 11, 1 día y 1 hora






Llegaste ayer 7 de junio a las 21.45. Hace exactamente un día y una hora. Flipa.


Te esperaba para dentro de una semana, me había cogido incluso días de vacaciones para hacer de guardiana de la Jésica y de tu cuna. Estaba en clase cuando vi una llamada de tu abuelo José Luis, así que salí corriendo como las locas y él me explicó que ya habías cogido la autopista. Me acojoné tanto tanto que me puse a sudar a chorros y tuve que ir a casa a pegarme una ducha y luego volver a empaparme a la caza de un taxi. Cuando llegué eran las 19:57 y estaban en la sala de espera -que era un puto descansillo frente al ascensor y las escaleras del séptimo piso de la clínica Corachán- mis padres, José Luis y Joaquina, y tus abuelos paternos, Jaume y Ali. Al principio fue todo un jiji-jaja nervioso, anécdotas de infancia y maternidad surtidillas, subidas y bajadas en el ascensor, móviles con una jota como melodía.... Al rato llegó tu abuela Leo que nos enseñó una foto de tus padres en el quirófano, sonriendo como si nada. En los últimos treinta minutos se mascaba la tensión, nadie hablaba apenas, todos bostezábamos (sí, sí, porque el estrés cansa mogollón y el bostezo es una reacción corporal que intenta reactivarnos) y mirábamos los móviles y los relojes. Casi a las 22 la chica de información nos confirmó que ya habías nacido y que os veríamos a los tres en veinte minutos que al final fueron treinta, como mandan las tradiciones en este país. A tu abuelo Jaume se le saltaron las lágrimas y mi padre hizo gestos como si celebrara la victoria de España en la Eurocopa de fútbol. El resto -todas mujeres- aguardábamos a verte, tocarte, olerte y besarte para soltar del todo la sonrisa.


Salió Jésica del ascensor en una camilla y llevaba una calabaza subida de tono en sus brazos. Tu padre estaba aparentemente relajado pero, después de los besos y abrazos a todos los presentes, se empezó a cambiar de ropa sin vergüenza ninguna, casi en el pasillo, mientras nos ponía al corriente de algunos detalles. Tu padre se quedó contigo y con nosotros fuera de la habitación mientras colocaban a tu madre, que estaba bien pero temblaba y tenía algo de fiebre. La primera persona en cogerte en brazos -después de tus padres y los médicos, claro- fue tu abuela Joaquina. Tenías los ojos abiertos y te hacías el remolón mientras pasabas de unos a otros. Los últimos brazos, de los seis que estábamos, fueron los de mi padre, tu yayo José Luis, que tenía miedo de "romperte"... con lo bruto que es y lo preocupado que estaba por si te hacía daño.


A las 23.40 llegué a casita. Intenté comer algo. Me di una ducha rápida. Me conecté un rato a internet. Jugué unas partidillas al Apalabrados. Arrasé como siempre ;-) Me puse el pijama. A las 00.01 llamé a tu abuelo José Luis y lo felicité por su 57 cumpleaños. "Igualmente", me soltó, completamente ajeno a sus años y absolutamente pendiente de tus minutos. Anoche me metí en la cama a las 02 siendo Tita Maica y me he despertado a las 06 renovada. Tu madre me había escrito en Facebook para que le comprara unas bragas postparto de rejila suuuuuuper sexys.... A las 08 ya estábamos tu abuela Joaquina y yo misma movilizadas "en busca de las bragas perdidas". He llegado al hospital, con las bragas para tu madre -of course-, a las 10 y me he marchado a eso de las 12. He comido, he hecho cuatro chuminadas, me he ido al curro y, nada más salir a las 19, he cogido el autobús. He estado hasta las 21 contigo y tus papás. Llevo casi dos horas tecleando esto y todavía no tiene voz aunque, desde el inicio, me parece que sobran palabras. Ya me irás conociendo, Ian, le doy demasiadas vueltas a todo, todo el tiempo.




Anoche, en tus primeros minutos de vida fuera del útero, fui la penúltima en abrazarte. Primero me miraste el pelo y luego, sin miedo, a los ojos. Tus padres dicen que no puedes ver nada todavía, y menos desde esa distancia... a mí, que me lo demuestren. Quién cojones sabe lo que ve o no un bebé de unas horas... Bah, que les peten, Ian. Yo sé que me viste -o algo así-, lo mismo que sabemos todos cómo miraste a tu abuelo José Luis, que fue doblar el codo, decirte hola y que tú abrieras mucho los ojos y te quedaras quieto, tranquilo, mirándolo como si lo idolatraras desde ese entonces, como un cachorro reconociendo al líder de la manada.


Yo aparentaba normalidad esta mañana contigo en el regazo, como si fuera lo de cada día, charlando con tus padres, soltando chascarrillos, haciéndote cosquillas y soplándote en la cara, "jugando" contigo... hasta que ha llegado una tipa que venía a pesarte, controlar que tuvieras el pañal limpio y poco más, que te ha cogido como un muñeco, volteándote de un lado y del otro, sacándote ropa, insinuando que tu abuela Joaquina te había puesto tres capas de tela y estabas rollo bebé en sauna, echándote un chorro de alcohol en el ombligo como si estuviera poniendo copas y fuera el puto bárman del garito... Me he vuelto loba. Debería pluralizar. Hemos sacado los colmillos las cuatro -tu madre, Lorena, mi madre y yo- y la hemos mirado fatal o peor. Tu yaya Joaquina y yo olfateábamos a la Jésica, a punto de saltar, atentas al más mínimo quejido suyo o tuyo. Tu yaya ha comprobado que estás más fuerte que anoche porque le has exprimido el dedo mientras llorabas como si no hubiera un mañana durante menos de un minuto.



Eres un sol, Ian. Hablo ahora de ti pero hablo con el Ian de 1 día y 1 hora de vida. Hablas el idioma "cachorro", o sea, que suena como un lloriqueo pero no va más allá de un par de aullidos y ya todos tan ricamente amodorrados de nuevo. Esta mañana he probado contigo la táctica de tu yayo José Luis... para dormirme, él me acariciaba la frente, del pico de la frente a la nariz, en vertical; funciona hoy en día conmigo pero a ti, parece que de momento, no te ha gustado demasiado. He visto tus primeras sonrisas al darte un "masaje" en el pecho y lo pongo entre comillas porque no se puede llamar masaje a acariciarte el pecho diminuto que tienes con un dedo, en círculos. De esta tarde/noche me quedo con una imagen:  hablábamos de Gran Hermano 12+1 y yo les explicaba a tus padres que había leído que Noemí, una concursante, iba a aparecer en un programa esa noche... Y tú, que dormías plácidamente en los brazos del Jaime, has tenido una reacción como de susto que le iba al pelo a la situación, como si supieras tú del Gran Hermano (sin Tomás Blanco, el minutador estrella, no vale la pena para nada).... y nos hemos reído tanto que tu cabeza se balanceaba con la carcajada de tu padre y eso hacía que nos descojonáramos más, todavía, todos, los tres.





Pequeño Ian de hoy, Ian adulto de cuando puedas leer y entender esto... intento que tengas memoria de este día primero de existencia: Ian, nieto de José Luis y Joaquina, Jaume, Alicia y Leo. Ian, sobrino de Meri, Pau, Sandro y mío. Al resto ya los irás conociendo con más calma. Ian, aún hueles a nuevo y, sin embargo, cualquiera de nosotros mataría monstruos por ti. No sé qué será de nosotros, de nuestro tiempo individual, hasta que podamos hablar de tú a tú, pero sí tengo clarísimo que tú eres el Aleph que nos une, un pegamento por el que cualquiera de nosotros se dejaría los piños, los dientes, la vida, el alma, lo que fuera... A tus monstruos iniciales, me los meriendo yo. Vete poniéndome al tanto, Ian adulto, de los nuevos fantasmas, medusas, tiburones, cucarachas... ¿Sabes quién es Alejandro Sanz? Empezó como fenómeno fan y acabó explicando en un periódico una conversación con su hija que yo hago/haré mía, contigo:


  "Cuando tú tengas mucho miedo de algo, tú te tienes que reír muy fuerte. Tienes que reírte con más ruido que el susto". Y Ian me decía, asombrado: "¿Sí?". "Sí, porque el miedo no puede con la risa".


Que no se te olvide, Ian. No lo des por supuesto, no siempre pasa. Sé bueno y disfruta de la compañía, del ejército, casi zombie, que  te cubre las espaldas. No te confíes... normalmente menguan con el tiempo. Nosotros, tus zombies acérrimos, tenemos solera y no nos asustan ni los crucifijos ni los ajos ni las tontainas. Tengo imaginación, historias, cuentos, voluntad y fuerza para, como mínimo, dejarte en una zona cero neutra sea el año que sea. Habrá valido la pena todo si te ríes, si te partes, si te descojonas... si me miras otra vez tan crédulo, tan pequeño, tan vivo, tan atento como hoy...



Este finde te compro el cuento de Santi Balmes.... Ya me estoy viendo pegada a tu cuna, leyéndotelo... Que me perdonen tus padres si la primera palabra que dices es "Monstruos".



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