lunes, 20 de diciembre de 2010

ME ACUERDO IV

Me acuerdo de besar una manta y una nariz en momentos distintos pero cercanos. Me acuerdo de la emoción y del ridículo.

Me acuerdo del Cosmopolitan y del Manchester y del Paqui de los Durum y del Café del Centre y de otros lugares. Se me estiran los labios y se me hacen chicos los ojos.

Me acuerdo de los trenes y de las pelis infumables y de las horas capitalizadas y de los libros de historia y de Valle Inclán desde otro prisma más cercano.

Me acuerdo del bacalao con verduras y la paellita y la lección de cómo hacer una tortilla francesa y de las comidas erógenas.

Me acuerdo, también, de los llantos y los miedos y las envidias y los celos y las torturas y los fingimientos y las faltas y los pocos aciertos.

Me acuerdo de las broncas, los dislates, las paranoias, las verdades, los lamentos, la rabia, la mitomanía, el desconcierto, lo invisible, lo palpable, las heridas y los reproches.

Me acuerdo de las veces que he pensado que no era capaz de más mi cuerpo, que no era tan buena, que no merecía X, que no era real Y, que no nada.

Me acuerdo de mis nervios romanos y de mi ímpetu alemán. Me acuerdo de los días en que Berlín estaba en Tetuán. Me acuerdo de mirar las ofertas del Atrápalo y planear viajes inolvidables que no fueron. Me acuerdo de un olor que ahora no reconozco. Me acuerdo del Gran Prix.

Me acuerdo de casi todos mis alumnos. Me acuerdo de algunos más que de otros, para qué negarlo. Me acuerdo de salir de clase llorando de la risa. Me acuerdo de salir de clase sabiendo que no lo recordaría. Me acuerdo de pensar, conmigo, que era un día más que pasaría a la historia sin gloria y sin pena (sí, ya sé, pero el orden no debería alterar el resultado).

Me acuerdo de aquella vez. Me acuerdo de una sala con un sofá-cama y ropa interior con una T en diamantes falsos que no lo querían ser. Me acuerdo del secreto y de los amigos que no sabían nada ni preguntaban ni imaginaban.

Me acuerdo de no querer despertar y abrazarme a una espalda. Me acuerdo del olor aunque ya no lo huelo. Me acuerdo de pensar que no se me olvidaría... y cagarla. Me acuerdo de hacer una mudanza a solas. Me acuerdo de darme cuenta de que algo no me gustaba y de mi mueca imperceptible. Me acuerdo de ir a la biblioteca y encontrarla cerrada.

Me acuerdo de un día en que todo fue perfecto.



Y ahí me quedo.

1 comentario:

Ricardo dijo...

Me acuerdo de ir a la biblioteca y encontrarla cerrada.
Tantas veces, ay.