sábado, 9 de febrero de 2008

DE OTRA PASTA


Llevamos una semana de preparativos varios, muchos menos nosotros -simples espectadores- que ellos. Resulta que mi amiga Elisa se ha casado. Después de más de quince años tiene delito, pensé. Hay que ir, coño, esto sí que no tiene excusa ninguna, conociéndola. Y me imaginaba rechazando una oferta al paraíso del alcohólico durante X horas, diciendo, no, gracias, yo hace ya un tiempo que prometí no volver a participar en uno de estos espectáculos de circo, que vaya bien pero no cuentes con mi presencia, etc. Pensando otra vez en ello, en ellos, me doy cuenta de que tengo ganas de participar de esta fiesta y voy porque sé que me voy a encontrar con un montón de desconocidos que comparten mucho más conmigo que con otros que no están aquí. Empiezo la mañana con un cartel a las puertas del Zurich, sonriendo a todo el que se cruza conmigo y que lleva una americana negra. Hacemos el camino de Santiago en grupo. Llegamos a la masía en la que una Elisa muy de los 40, reivindicativa en su vestido rojo, nos recibe con una sonrisa enorme y feliz de que no lleguemos los últimos. Nos sentamos al sol y esperamos a que la "ceremonia" empiece.

POSIBILIDAD D

Con Elisa hemos sido jóvenes juntos, y hemos sido adolescentes y hemos sido niños. Y nos iremos haciendo mayores. Por eso no hablemos todavía de amor, a pesar de boda. No seamos, todavía, cursis. Habrá tiempo.

Hablemos, mejor, de 16 años y mil nocheviejas en muchos pisos distintos. De un sábado por la tarde de homenaje por la muerte de Frank Zappa. ¿Te acuerdas, Javi?. La tarde que supe que eras un buen tipo que apenas callaba. Hablemos de fiestas de cumpleaños en las que jugábamos a ponernos papeles en la frente, en las que venía mucha gente, o venía poca gente, o alguien llegaba tarde y nos reíamos de él a carcajadas. O fiestas, sin más, en las que un ruso aparecía con un salmón completo y de las que hay fotos en las que parecemos un grupo de música de un grupo pop. Vestiditos de negro.

Hablemos de vuestros desayunos, mejores que en el mejor hotel, y de tantas botellas de whisky, de vino y de cerveza. Y de vuestras casas, distintas, pero siempre el mejor refugio para pasar tranquilo unas horas. Todos los que estamos aquí lo sabemos. Todos los que estamos aquí hemos tenido un día en el que nos hemos quitado el frío con vuestro calor.
Hablemos de una tarde en una heladería del Barrio Gótico en el verano de 1987. Y muchos años después de un café en Pau Clarís y de un bar en la Palaza Goya. Hablemos de esas tardes en las que una bebida dura horas y nos contamos las vidas.
No hablemos de lo malo y de los hospitales. O sólo hablemos para decir que incluso ahí la primera visita fue la vuestra.

Así que celebremos todo, que estamos más gordos y nos han salido pelos en las orejas. Y que nuestros hijos nos llamarán tíos. Y que no hay mejor objetivo que ese para la amistad. Celebremos estos 16 o estos 23 años. Y que os seguís queriendo, ahora sí, que os seguís queriendo parecido a aquellos primeros días trabajando en correos en 1991. Que nadie diga que estos días traen mala suerte. Levantad la copa y brindemos. Por Javi y por Eli. Este día es vuestro.

Antonio Campoy.


Y vaya que sí, que tengui, tengui, tengui, tengui repe, repe, falti, falti... Y que si algún día alguien tiene que decir algo de mí que se parezca lo más posible a esto. Superarlo es muy muy difícil. Ojalá llegar hasta ahí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué grandes Elisa y Javi y qué buen rato nos dieron. La verdad es que bodas así de auténticas hay pocas... en fins, que dio gusto ir, estar, quedarse y compartirse también.

La Gaz