domingo, 27 de octubre de 2019

KALGUKSU



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Lo que sé de Corea es poco, especialmente si lo comparamos con lo que quiero saber que es todo.

Miro muy concentrada los garabatos que me enseñan y voy silabeando con la lengua fuera. El PTK y BDG lo llevo regular tirando a mal en la cosa fonética. Hay letras que tienen nombres y que yo llamo "sombrerito", "palo largo" y cosas así. Esto va de trazo y abstracción. Lo de que el alfabeto coreano se puede aprender en tres horas....es como todo: se puede o no. En el primer caso se puede hacer bien y/o mal y puedes invertir en ello tres horas, una o dos millones que dependerá de la persona, la circunstancia y otras mil variables.


Sé que los palillos no se clavan en el cuenco de arroz si no es en honor a los que ya no están y que, en casa, cada uno tiene los suyos y no se "roban" aunque está bien darle de comer a alguien a quien aprecias usando tus propios palillos.

Sé que allí, cuando alguien estornuda, no se dice nada.

Sé que en esas coordenadas tiene importancia haber nacido en un año u otro.  Afecta a los grados de inclinación al saludar, a las formas de tratamiento y a cosas prácticas como quién empieza a comer o quién sirve la bebida y cómo la tomas.

Sé que las puertas allí se abren al revés y que no suele haber llaves porque usan códigos electrónicos con lo que ahorran en copias de llaves y en mierdas que pesan sí o sí en el bolso.

Sé también que el país ocupa el puesto 115 respecto a brecha de género y lo veo cada día varias veces en los doramas que uso para acostumbrar mi oído a su idioma = mucha F7. Lo de los ránkings de estas cosas lo descubrí la semana pasada y ha sido rarísimo el ejercicio de reacomodar mis ideas personales a la realidad global. El territorio en el que vivo está en el puesto 29 en la cuestión de género y sigo con la boca abierta.

Sé decir cuatro palabras en coreano y me encanta ver cómo mis estudiantes de esa geografía reaccionan a ellas cuando las suelto en clase. Sé que tengo que tengo que hacer más clases con Aram para empezar a entender de verdad este idioma. También sé que mis estudiantes harán lo que puedan para que lo consiga. Sé que me aprecian y creo que, en gran parte, es porque pueden verse reflejados en mí. No hay cuadernos Rubio para escribir en coreano (o no los he encontrado todavía) así que dedico el tiempo a dibujar palabras de manera estéticamente aceptable y a imitar vídeos en los que explican el trazado exacto y correcto de cada una de las letras del alfabeto. Lo de que tengan una misma letra para la L y la R ya lo tengo aceptado y eso, objetivamente, me pone en el nivel 0 de coreano. ¡¡¡Un aplauso para mí!!!


Como decía, sé algunas cosas y no sé millones de otras cosas. Hoy he vuelto a preparar el Kalguksu siguiendo la receta de las hermanas J.



No sé casi nada. Por no saber, no sé ni si seguiré en este punto del mundo el año próximo. Por eso, cuando a veces capto alguna palabra, flipo como si estuviera a punto de entenderlo todo... y todo tuviera sentido.

Entre que se confirma el sentido o no de la realidad más inmediata, voy a sonreír y reírme a carcajadas porque es gratis, no duele y eso que me llevo.



(The Black Skirts)




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