martes, 31 de julio de 2018

BENYSOL






En la película «Zoe» (2018) cada cual ve un tema. La tecnología, la amistad, el amor humano/máquina, el amor en mayúsculas y a secas, el sexo, la ciencia emocional...

Lo que más me flipó de la película fue, por un lado, que Cole, el presunto experto en aplicar emociones a robots, fuera incapaz de reconocer y gestionar las suyas propias y, por otro, el Benysol, una droga azul fluorescente que se bebe y te permite experimentar enamoramiento durante unas horas. Ideal, o así lo venden, para matrimonios con muchos años de convivencia a sus espaldas y para personas solitarias que buscan sentir sin complicarse. No puedo ser la única rancia que vea el problema. Estadísticamente es imposible.

Vamos a ver. ¿Te imaginas estar enamorado de un alguien durante unas horas? ¿Cómo debe ser eso de que se te pase el efecto y veas claramente que la otra persona no te interesa lo más mínimo y, además, te cae mal? ¿No es lo que algunos ya hemos vivido pero acelerado y multiplicado hasta el asco? ¿Querríamos repetir planchazos? ¿No provocaría el efecto contrario al inicial deseado, el sentirse más solo? ¿Si no es real, existiría? ¿Hablaríamos de masturbación emocional?

Hacia el final nos insinúan que hay seres que son Benysol o que lo llevan incorporado en su manera de ser y que junto a determinados seres provocan algo similar a los síntomas del amor (la sensación de calma y confianza, la expresión física sincera de esa emoción, la bondad, etc) pero que son casi invisibles y quien los ve no los piensa reales. 

La he visto dos veces y tengo claras dos cosas. 1. Incluso en pelis así la heterosexualidad se impone. 2. Huiré del Benysol y derivados en cuanto aparezcan.

Llegué a la peli por el título y me quedé por todo lo demás. 



P.D.: lo demás incluye temporada alta de curro y neuronas fritas aunque juro por Ewan McGregor que tiene un visionado. No está al nivel de "Her" pero la compro igual.

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