martes, 5 de diciembre de 2017

La vida simple V


Dormir. A días en modo abuelo, dando cabezadas cuando ni han dado el tiempo en los informativos. A ratos como los pajarillos que al anochecer meten el pico entre sus plumas y se convierten en edredón para sí mismos. A veces búho cazando ratones en el bosque. Amanece y me siento bien, eso es lo importante. El placer de quitarse las legañas y dejar que pase el tiempo hasta que te nacen los ojos. Sin prisas. He mejorado mucho en madrugar.

Perrear. Hacer ventosa en el sofá. Que el pijama sólo me diga adiós de camino a la lavadora. Tocarse a dos manos, Escuchar el silencio. Mirar el atardecer desde la barandilla del balcón (y sacarle una foto mental). Que dé lo mismo la hora y el día. Adormecerse con el calorcillo de la manta eléctrica. Meterse en la cama con calcetines y encontrarlos en el suelo después de unas elipsis. Calentar un colacao con una cucharada de café instantáneo. Seriear dejándote sorprender. Mover los marcapáginas de los libros de la mesita de noche en los días impares. Hacerme un moño sin goma, con mi propio pelo. Usar las mascarillas y cremas faciales/corporales. Olerme y oler bien. Poner una lavadora y observar cómo gira el tambor, cómo se va haciendo la espuma. Regar las plantas y hablar con ellas. Preparar con mimo un estofado para siete u ocho comidas; ir a ver cómo hace chupchup de vez en cuando mientras la ventana se empaña. Usar el móvil de reloj y ni eso.

Trabajar como si no fuera trabajo. Entrar en una clase y sentir que todo está donde debe estar. Salir de ella y pensar que ha valido la pena. Aceptar de antemano que será lo que ellos quieran y dejarme ir sin más. Despedir a Anjulie y decir adiós a una etapa (Walid, Lea, Elena, Valentina, Wladimir, Pavel, Marina, Oliver ...) Espero haber dado tanto como he recibido. Seguro que lo sabéis pero lo repito por si me estáis leyendo en algún lugar del mundo: Ha sido un placer. Ojalá volver a vernos y a compartir risas. La clase no será lo mismo sin vosotr@s. Os echaré de menos... ¡Gracias!

Entrar en youtube sin hora de salida. En modo random escucho, entre otras cosas, estoesto, esto, esto y esto. Ni el Rufus ni la vecina de edificio ladran, todo bien.

Sobrinear. Que el Ian me cuente, por ejemplo, que hay una niña pesada que siempre que lo ve le dice "¡¡¡Quééé moooono ereeeeees!!!" alargando mucho algunas vocales y a milímetros de pellizcarle los mofletes. O, también,  que ha observado que no todas las baldosas del suelo de Barcelona tienen dibujos de flor (¿Puig i Cadafalch revolviéndose en su tumba?). La Zoe marcándome de cerca sin que se note, diciéndome adiós cada vez que me alejo unos metros de ella y hay chaquetas cerca. Los tres, o los cinco, o los siete viendo cualquier mierda en la tele, bailando la de Frozen o la intro de M. Mouse. Dibujar, cantar, contar, reír, preguntar, explicar, bostezar, hacer pipí, decorar, imaginar, cotillear, bromear, peinar, recordar, charlar, planear... y todo juntos. La intensidad de las pequeñas cosas cotidianas que transforma el lavarse los dientes en una fiesta. Terminar la sobremesa con uno en cada pierna. Darles besos y abrazos cuando se van a dormir la siesta. Recibir besos y abrazos cuando se van a dormir la siesta...

A estos últimos meses les hubiera añadido algunos días más de lluvia y les hubiera quitado momentos de estrés. Si lo máximo que puedo expresar como "queja" son un par de condicionales cutronas de tercer tipo (irreales), quizá debería empezar a creer que lo que tengo es mío de verdad y me lo llevo pa´ siempre. Esta vida simple va de cuando todas las piezas, casi mágicamente, están en su sitio y del subidón de ser consciente, de verlo, de disfrutarlo y de agradecerlo con palabras y/o con hechos.


1 comentario:

Ricardo dijo...

<3 buenísimo. Lo he leído nosécuántas veces. Me ha encantado.