lunes, 2 de octubre de 2017

CHURRAS Y MERINAS


Resulta que últimamente más de un@ se acuerda de mí. Lo sé por los Likes de FB, de Instagram, los RT y los corazoncitos de Twitter y, también, por los mails, Whatsapps, etc. que he recibido desde agosto. Es bonito sentirse recordada, saber que alguien dedicó unos minutos a pensar en ti y en tu situación, recibir deseos lindos y besos y abrazos y sonrisas y carcajadas... Bienvenido siempre el cariño.

En el 95% de las interacciones vía Internet que he tenido con mis antiguos estudiantes y con los amigos lejanos, empiezan por preguntarme sobre mi estado (de salud, familiar y emocional) acaban -desde la alarma casi siempre- por pedir mi opinión sobre el tema Cataluña/España, el referéndum, la independencia sí/no, etc.

Vamos al lío, niños y niñas.

Mis amigos y familiares están requetebién. El atentado terrorista de agosto fue terrible y todos nos sentimos afectados por él. Al mismo tiempo, con más/menos miedo, las matemáticas emocionales coincidieron en que X se solucionaba saliendo al mundo como cada día. No sé si es la mejor manera pero no se me/nos ocurrió otra mejor.

Respecto a lo que leéis sobre Cataluña y España: ¿Era un tema preocupante para mí hace 5, 10, 15 años? No. ¿Estaba en el Top 5 de temas preocupantes para mí la independencia de Cataluña antes del 1 de octubre de 2017? Tampoco. ¿Estaba a favor de un referéndum? Sí, si se hacía con garantías, sabiendo todos de qué estábamos hablando, con los pasos claros en cada caso. Me gustaría explicarme:

En los medios habituales de esta región prima el caos y la desinformación  En los noticieros extranjeros hay una alarma constante y cansina general que consigue que haya quien no salga de casa cuando escucha los helicópteros, llamadas de familiares del otro lado del charco, blablabla ... Mal los dos.

Para decidirme sobre si ir a votar o no, hablé con amigos y escuché a gente con la que no comparto prácticamente nada pero que, justo por eso, serviría de contrapeso. Al final, decidí no ir a votar. Ayer estuve todo el día leyendo sobre el tema y, la verdad, anduve muy cerca de cambiar de opinión. Dudé especialmente al contemplar la violencia en las calles (fuerzas del "orden" arremetiendo físicamente contra ciudadanos pacíficos) y, después, al constatar la inutilidad de los líderes políticos para afrontar la situación y encauzarla, totalmente ajenos a cualquier presente vital que yo conozca, generales que comen con cubiertos (dos platos más postre) ignorando que hay quien pasa hambre porque, por no haber, no hay ni patatas para todos.

Todo esto me recuerda a cómo me sentía en el colegio. Había un par de grupos que se peleaban día sí día no por manejar el cotarro en el patio. X decía algo, Z respondía, X la soltaba más gorda, Z se defendía con el "y tú más" y acaban todos enzarzados, discutiendo por llevar la razón, sin escuchar al otro, midiéndose las pollas. Los que no éramos ni de X ni de Z, nos dividíamos a la vez entre los que animaban la pelea y los que asistían a la misma, contrariados, sin saber qué hacer. Yo estaba en el último subgrupo. Intenté entender a X y a Z, fui la chivata que va a avisar de la pelea, hablé con los secuaces de ambos bandos, traté de evadirme saltando a una goma que atábamos entre un árbol y la valla, ayudé a pegar con celo muchas gafas...  pero nada de lo que hacía evitaba que me sintiera bastante inútil y fuera de esa/la realidad -que no me gustaba- al volver a casa.

En los primeros ´90 yo no era ni tan guapa, ni tan lista, ni tan nada como para pertenecer a algún grupo. Ni siquiera hicimos uno entre los que no teníamos. Ayer fue como tener 11 años otra vez.  No me gustó. Odié, igual que entonces, a los cabecillas sin cabeza soltando consignas de mierda y, también, a los hooligans de uno y otro lado coreándolas, repitiéndolas. 25 años después es evidente que hemos aprendido lo justo muy poco de nosotros y que no hemos aprendido a escuchar de verdad a los demás.

- ¿Eres catalana o española?
- De El Prat de Llobregat.
- ....
- Es un aeropuerto europeo importante pero también hay una ciudad que parece un pueblo. Yo nací ahí por casualidad, como todos.
- ¿Tú hablas catalán?
- Sí, y castellano e inglés. He estudiado griego moderno, alemán, chino, coreano y sueco pero solo un poco.
- ¿Te gusta más el castellano o el catalán?
- Me gusta la lasaña y me gustan los macarrones. En general, me gusta la pasta.

Sólo las cuatro primeras líneas del diálogo anterior son reales. Ahí sigo, niños y niñas, esquivando pegatinas, escuchándolo todo sin encajar (ni pretenderlo) del todo en casi nada. Un día de estos os explico por qué me importa cero haber nacido en un lugar o en otro y mucho tener escuelas, sanidad, acceso a la vivienda, condiciones laborales, etc. decentes donde sea. Otro día, si queréis, hablamos del azar y de los trapos de colores, o de los valores y derechos humanos, o de cómo la violencia no es una respuesta válida frente a una manifestación pacífica (convocada de manera legal o no, en ningún caso), o profundizamos en eso de vitorear a quienes sueltan tontadas y se lo llevan calentito o... ¿sigo?

La cacerolada de hoy ha durado 15-20 minutos en mi barrio. Habrá quien golpea la sartén porque se siente orgulloso como catalán, quien lo hace porque es una manera estupenda de quitarse el estrés de los últimos días de tensión, quien está protestando por el trato que el gobierno central ha dado a esta parte geográfica,  hay quien se viene arriba con el ritmazo que se están marcando los vecinos, hay quien se siente Furby...
Vale, ya me habéis pillado.






¿Os acordáis de lo que nos reímos todos con aquel anuncio de Scattergories? ¿Por qué nos parecía tan divertido? Pues, básicamente, porque era ¡¡ridículo!!  1, 2, 3 Cosas que puede hacer con el juego el tipo que defiende pulpo como animal de compañía. Coincidíamos todos en que el tipo era gilipollas y el hacer equipo era lo único que lo salvaba para seguir jugando con la cabeza en su sitio. Eso y que el puto juego era suyo. ¿No os suena de algo la situación?

Si llegados a este punto piensas que estoy a favor o en contra de la independencia, que me parecen más bonicas las churras que las merinas, vete a un lugar tranquilo y dale otra vuelta. Piénsalo tú solo/-a. Otra vez.

En fin... hasta aquí hoy, que para algo el blog es mío y actualizo cuando quiero.

Nos vemos,

M.
















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