jueves, 9 de junio de 2016

ZOE 2



Pocos días después de tu primer cumpleaños te quitaste las gafas de bebé y empezaste a mirarnos de tú a tú a todos. De repente (por lo menos para nosotros y nuestra concepción del tiempo), ya no todos los brazos eran adecuados para acogerte, ni cualquier cara te resultaba simpática, ni los piropos en general eran bienvenidos. En cuestión de pocos días desarrollaste una mirada adulta e implacable que dejaba fuera de juego a una gran parte de tus seres queridos.

Me lo contaron tus padres y tus abuelos, entre el descoloque y la frustración. "Ha echado un genio... No hay quien la toque. Sólo su Yaya, y si le apetece".

Avisada como estaba, en este 4º cumple de tu hermano, te saludé lo justo y tu Yaya se ocupó de ti mientras yo preparaba el regalo de tu Yayo. Fuiste tú la que gateaste hasta mi silla para que te cogiera y te hiciera carantoñas. Fuiste tú, también, la primera en reclamar besos y atenciones. Fuiste tú, Zoe, la que se partía de risa y pedía con gestos y balbuceos más cosquillas, besitos para tus muñecos, abrazos, saltos en el aire...  Acabamos las dos tiradas en el sofá tocándonos el pelo, acariciándonos los mofletes, riéndonos y hablando en un idioma sólo nuestro.

Con menos de un año y tres meses se te adivinan algunas formas y no todas me gustan ni en todo te aplaudo. La educación es fundamental, Zoe. Aunque alguien te guste más o menos, no debes perder las formas. Enfadarse porque sí, sin darle ni siquiera una pista al otro, es más una putada para todos que una reivindicación real tuya. Mira lo que tienes en frente, piensa qué te cabrea, verbalízalo, ajusta tu discurso, dale otra vuelta si hace falta, da dos pasitos hacia atrás para coger perspectiva, discúlpate si lo consideras necesario, si has hecho daño a alguien.... Y luego ya puedes seguir tu camino acompañada o no -que viene a ser lo de menos- pero bien, sin rencores ni malos rollos.

El 7 de junio de 2016 a eso de las 16h. me diste mi primer beso. Feliz de que lo hicieras, contenta por las risas compartidas y por la complicidad. Un pelín triste porque no lo hiciste también, por ejemplo, con tu Yayo, que no entiende por qué ahora ya no quieres que te lleve en brazos y, aunque no lo diga, se siente un poco regular si te tiene cerca y no te puede coger sin riesgo de drama inminente.

Pienso que todo se reduce a saber mirar, no importa la edad. Pestañea, focaliza, déjate la pupila en la observación porque, desde ahí, se puede empezar a caminar bien hacia donde haga falta.  Lo de siempre, moquito.. que el camino es de uno gracias a y pese a lo que sea, pero tuyo.



No hay comentarios: