domingo, 16 de agosto de 2015

Hasta el infinito (para Elisa)



Unos 10 años, nena, y se dice pronto, ¿no? Y eso -el poder decirlo rápido, como si nada- parece que nos quita achaques y que nos pone otras cosas a las que ya iremos dando nombre según vayamos llegando al puente que cruzar.


Llevaba yo unos pocos meses como profe de ELE cuando la conocí. En aquel entonces, todavía nadie me llamaba pelocha y aún tenía la fama de cabrona rancia que -con razón- tanto tiempo me ha acompañado. Tengo un vago recuerdo de algunos zascas cruzados porque yo hablaba muy alto o porque ella ponía la música en clase que temblaban las paredes... o igual era al revés. No tengo memoria exacta del día en que empecé a quererla a lo loco. Qué cutre, a veces, el cerebro. Cómo me hubiera gustado leer ahora los diarios de aquella época. Lo mismo si llamo a mi madre y se lo cuento, empieza a abrir cajones, a sacar cuadernos y nos llevamos una sorpresa.


Cuando yo todavía era una niñata furibunda, justiciera y rabiosa, Elisa me acogió bajo su ala. Me acuerdo -y de eso sí que guardo imágenes mentales- de muchos momentos las dos juntas, frente a frente, soltándonos verdades a quemarropa discutiendo sobre el amor, la muerte, la familia, la fidelidad, el curro...  y de muchísimos otros con ella como líder espiritual, siempre correcta, siempre empática, objetiva, justa y hasta cariñosa cuando tenía que corregir mis formas y mis maneras. La cantidad de veces que tuvo que calmarme sin que yo lo notara para sacar de ahí algo medianamente potable.


Elisa es una de esas personas con las que quedas a las 08.00h, -llega siempre puntual- y lo primero que hace es preguntarte cómo estás y leerte entre líneas. Si todo te va bien y ella tiene algo que contar, lo hace casi sin preámbulos y en menos de un café ahí lo tienes y ahí la llevas. Todos los puntos sobre las íes, a cada cosa por su nombre y, nos sintamos esdrújulas o no, todas las tildes donde tocan como máximo a las 08:30h.


La P.H. (Pelocha Honorífica) me ha dicho hoy, medio indignada, que soy "buena persona" o algo así. A mí me pasa, no sé a vosotros, que cuando me dicen cosas bonitas me pitan los oídos y me estalla el lóbulo frontal con lo que no puedo más que balbucear o soltar monosílabos estúpidos con más o menos tiento. Me ha dejado de piedra, la cabrona.. Llamarme a mí "buena persona", vaya tela, qué fuerte lo suyo.


A ver, que yo soy una capulla de mucho cuidao y muy Señor Mío, por eso me deja out que la Madre Teresa de nuestros días y/o la que más a mano que tengo, la persona más íntegra y humana que conozco me suelte eso como si tal, cuando yo tengo muy claro que justo tomarla como ejemplo es lo que me salvó de ser una palurda cualquiera con ínfulas, una Ni-Ni del extrarradio puteada más como hay a patadas. Evidentemente el resultado de toda su buena intención es el que es y,  discutible o muy muy discutible, no se le puede achacar a ella nada negativo. Ha gastado paciencia y minutos, me ha regalado plantas aún sabiendo que no sobrevivirían, me ha cebado a lo loco siempre que ha podido, me ha hecho partirme de risa infinitas veces, me ha traído bolsas y bolsas de zumos y cositas para los resfriadosdesamoresybajonasengeneral, me ha dejado participar en su boda (woawwww), ha celebrado mi buena suerte como si fuera suya y mi mala pata como lo mismo... Elisa es de esa gente que a la que el Jet Lag, por poner un ejemplo, le afecta tanto como a otro tener gases.  O sea, que las cagadas son mías y sólo mías, paga la casa.


Mi amiga Elisa es del grupo de las gallinas -no de las putas, copón, de las otras, de las que se acuestan pronto, o sea, de las que se meten en la cama rápido. No lo estoy arreglando. Literalmente lo segundo, joder...- Así que yo le pasaré este link de agradecimiento y devoción y ella lo leerá entre abuela y abuela, bingos, bailes, pelis de Cine de Barrio y etc. Tenemos pendiente levantar nuestra propia escuela, nena. Lo sigo teniendo en mente. Y llegará.


Resumiendo muchísimo: Tú eres mi Miyagi. Dar cera, pulir cera.

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