lunes, 25 de noviembre de 2013

IAN y el muro





Atardeciendo hoy mismo. En el sofá, a dos manos. Fuera de las mantas los tres segundos necesarios para enfocar y hacer click.

"El español es un muro entre tú y yo" o algo así, me ha dicho sonriendo a la desesperada uno de mis estudiantes esta mañana, a primerísima hora, luchando con las conjugaciones y las palabras en un instante "masivo". Qué dramáticos se ponen a veces, nene...

Y he llegado a casa con el sol calentándome la nuca, en plan reinona, los rizos on fire... y me he puesto a leer y de cada 100 palabras una era muros... muros, muros, muros everywhere... ¿Qué mierdas pasa con los muros?

Fisicos, de los que saltas. Geográficos, con cuchillas que no se pueden evitar sin sangre y garitas desde las que te observa gente que no sabe ni cómo te llamas ni ganas de saberlo que tienen... De los de cabezazo uno detrás de otro, qué impotencia, coño, me cago en la puta, ¡hombre ya! Idiomáticos, como el del Miguelito, criatura mía, con lo bonico que es. Sentimentales, de los de botellas rotas con las puntas hacia arriba y pistolas con silenciador si resulta absolutamente necesario. De contención, indispensables... anda, que si reventamos... se caga la perra, niño, por lo menos que no nos salpiquemos demasiado. Corporales, un aliento como de haberse jalado a todos tus muertos, un par de pozos por sobacos, el pelo apestando a aceite de mil fritangas, por ejemplo. De obra, con sus martillos, su currelas vociferando, sus cachirulos con sirenas señalizando los movimientos y en especial la marcha atrás. Naturales, que igual están ahí desde antes que tú y por algo será, o no... habría que darles un buen meneo para comprobar de qué palo van. Grafiteros, los hay de dos tipos como poco... los de nombres de mierda escritos con prisa y poca traza y los otros, a los que valdría la pena dedicarles un ratillo, por si las moscas. Acústicos, que te impiden recibir el sonido de más allá. Lumínicos, de las Lamentaciones, de Berlín...




He llamado a tu abuela Joaquina hace diez minutos y has cogido el teléfono tú.

- ¡¡Titaaa!!¡Tita!¡Tiita!¡Tiiitaaa!¡Tita!¡Tita!

Confirmado. No hay muro, nene. Entiendo lo que me dices y me han llegado los besos. Mañana mismo le canto la caña a tu madre, será posible.... :-)



Cachalote, ahí va la clave: El muro no tiene techo. Te parecerá más alto o menos, enano, pero que no se te olvide, NO tiene techo. (¡Viva la pértiga existencial!)

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