domingo, 2 de septiembre de 2012

IAN e IZAN

Vaya diíta, amigos...

Resulta que era el bautizo del Ian y nos hemos reunido unos cuantos antes, durante y después del acto religioso. Izan se ha agarrado fuerte de mi mano en el primer semáforo de camino a la iglesia y hemos tenido una charla distendida que abarcaba puntos interesantes para cualquiera. Izan, el hermano mayor postizo de mi sobrino Ian, me ha explicado cosas sorprendentes.

- Izan, ¿conoces a mi padre? Se llama José Luis, es el abuelo del Ian.
- No, no sé quién es...
- Mira, este señor que tienes al lado. Es mi padre... el abuelo de
- El abuelo de mi amigo XX se murió, está en el espacio y no sabemos si volverá.
- Ah, qué pena.. pobre...
- Bueno, yo también me voy a morir... y tú y él y él y él y ella...
- Buah!! Pero para eso falta un montón...
- Sí, sí pero cuando yo me muera  me iré al Marte y después, no sé, volveré...
- ¿A Marte? Izan, ¿qué planeta te gusta más?
- Este, pero Marte también me gusta...
- ¿Qué planeta está más lejos?
- ¿Saturno? ¿Júpiter? No sé, dímelo tú...
- A ver, Izan, que entramos ya en la iglesia. ¿Dónde están tus padres?
- No sé... Yo voy contigo. Tengo una consola con cuatro juegos muy fáciles... ¿quieres jugar?


Entramos en la iglesia. Pasa la ceremonia. Pierdo de vista a Izan. Ian sigue lloriqueando y rebelándose a escasos centímetros. Nos descojonamos un poco en general porque el cura parece bonachón pero nos habla de la fe y esas cosas y el Ian pasa del estado "enfaducado" al estado "carcajada" como si entendiera algo de la ceremonia. Salimos todos una hora después con hambre.

- ¡Mira! ¡Es un caracol pequeñito!- me suelta Izan-.
- Ah! ¿Tiene nombre?
- Caracol pequeñito - lo mira con algo de asco-.
- ¿Sabes qué comen los caracoles?
- Ensalada -y lo tira-.
- ¡Izan! ¡No! -me mira raro-.
- Ese caracol pequeño... se lo han comido, no hay nada dentro.
- ¿Tú sabes que los caracoles se comen?
- ¡Sí! Yo comí caracoles y ahora están en mi barriga...
- Hombre, no creo que estén en tu barriga... ¿Cuándo comiste caracoles?
- Hace muchos días... Pero yo creo que tengo los caracoles pequeños dentro...
- ¡No! ¡Qué va! ¡Los caracoles ya no están en tu estómago!
- (jajajjajaja) Claro, porque las cosas que como salen por el culo, ¿verdad?
- Pues sí, y si hace días que comiste los caracoles... ya no tienes ni un poquito de caracoles dentro...
- ¿Seguro? -intenta confirmar lo que sabe-.
- ¡Segurísimo! Oye, ¿tú qué vas a comer?
- Arroz con guisantes.
- ¿Te gusta? ¿Comes de todo?
- Sí, menos la chicha normal que se me hace bola.
- Ya... es que la chicha normal es de hacerse bola... A mí no me gustan las lentejas porque en una cucharada hay más de cien... y se me hacen bola también.
- Pues a mí las lentejas sí que me gustan.
- Oye, ¿tú qué quieres ser de mayor?
- No sé... Mago.. o médico.
- ¿Sabes hacer magia?
- ¡Sí! Mira, puedo cambiar el semáforo y puedo saltar muy lejos, ¡no piso el suelo!.. Abracadabra, pata de cabra!!! Se va a poner verde, ¡¡ya verás!!
- mmmmmm.... - el semáforo no se mueve- Creo que tienes que hacer algo así con las manos.

Nos pasamos el camino al restaurante soplando magia en los semáforos y saltando todas las alcantarillas que encontramos. Va cogido de mi mano todo el tiempo. Le da besos a su hermana Leire de vez en cuando como si le fuera la vida en ello. Juega a perderme y a encontrarme en una carrera impresionante en la que sale vencedor sí o sí. Desaparece en la comida. Nos encontramos en casa de mi hermana. Me grita:

-¡¡Quiero ver los dibujos!! -y constato que ha encendido la tele, se ha quitado los zapatos y se ha tumbado en el sofá a lo largo.
- ¡Izan!¡No me hables así!
- ¡Pero es que quiero ver la tele y tú estás paseando con el Ian!
- Yo estoy durmiendo al Ian... y te dejo ver la tele si tú me dices "Perdona, Maica, por favor, ¿puedes quitarte de la tele?" Así, sí.
- Pero es que yo quiero ver la tele tumbado... -se enfaduquea-.
- Vale, vale... -me pongo seria y él se sienta erguido-.

El Ian "da guerra" un minuto más antes de caer fritísimo. Lo dejo en el sofá y empiezo a despedirme de todos. Eli le pide a su hijo, Izan, que me dé un beso. Izan remolonea. Cojo el bolso. Viene corriendo y me pone la cara.

- Maica, dame un beso -me suelta, consola en mano y mirada muy lejos de mí.-

Y se lo doy. Claro. Tiene cuatro años. Es más persona que mucha gente que conozco. Me tiene desconcertada. Es mucho más consecuente con sus acciones que mogollón de peña, con sus cuatro años desarrolla temas propios de la filosofía y la metafísica existencial. Mi sobrino Ian tiene un gran profe minúsculo a su lado. No me gustan los niños. No quiero niños. Acepto como sujetos dignos de estudio a mi sobrino Ian, al Izan y a la Leire. Ni uno más. Tres son multitud. Estos tres son una gozada.

Los próximos pañales corren de mi cuenta.

2 comentarios:

Eli dijo...

Me ha encantado! Tengo que decir que está en una edad graciosisima y que cuando le razonas las cosas es él quien te hace pensar las cosas muchas veces. Desde luego Ian va a estar entretenido con los dos terremotos que tengo por hijos! Muchos besos y repito, me ha encantado!!!!!!

mil dijo...

Me alegro de que te haya gustado!!

Estuve a punto de borrar este post del blog porque lo escribí a lo loco y no te pedí permiso... :-/

Mi sobrino tiene buenos miniprofes cerca... ¡¡¡gracias!!!

Besitos a los cuatro,

M.