domingo, 14 de noviembre de 2010

LA PECERA





Eva es buena profesional. Eva es buena colega. Eva parece buena persona.

Eva no lleva bien las distancias cortas... por eso no es buena hermana ni buena como pareja ni tiene grandes amistades.

Eva sabe mucho, muchísimo, de intuiciones y palpitaciones y teorías psicológicas y laberintos del alma. Lo extrapola y se queda con las manos vacías. De su tiempo, dedica un 5% a ella misma, lo justito pa ponerse más que presentable, ir a la pelu, comprarse modelitos y cuidar su apariencia externa.

Eva no tiene ni idea de qué hacer con su vida. Es capaz de verse desde fuera, de una forma casi objetiva, pero... no mueve ficha, está acojonada y sola.

Eva es una madre muchas veces y, algunas, una dominatrix atractiva para sus pacientes. Ella no se ve ni una cosa ni la otra y todo a la vez. El morro y los agradecimientos le dan lo básico para pasar el día, la energía vital mínima. Eva no tiene claro su rol, por eso no lo disfruta.

Eva intenta ser justa con los que la rodean pero no hace lo mismo con su propia persona. Eva está cagada, se arrepiente de muchas cosas que no sabemos y que tampoco ella quiere saber. Los análisis los dedica a los otros... pa ella una webcam es lo más cercano al autoanálisis.

Eva llora por sus muchachos, los mira de cerca y se le saltan las lágrimas porque ésta se ha quedado embarazada con 15 años, el otro tiene que ir al reformatorio, el otro es tartaja... Eso sí, no se mira ni un segundo al espejo sin maquillaje de por medio.

¿Cuántas Evas hay? Cuánta peña hay por ahí que se dedica a mirar a los demás, a invertir tiempo en otros, a resolver dramas ajenos, a analizar síntomas extraños... Y a pesar de las toses, los mocos y la fiebre no se da ni cuenta de que tiene gripe.

Eva necesita descansar. Y ahí, en ese oasis de aburrimiento y abulia, debería empezar a mirarse el ombligo y a comer algo y a escucharse y a cuidarse más allá de los potingues de la cara y los trapitos y a aplicar en sí misma lo que tanto va predicando por ahí.

Eva me tiene hasta el potorrón. Qué rabia da tan mona, tan lista y tan perdida.

1 comentario:

Cristina dijo...

Todas somos un poco Eva, en cierto modo. A mí me da pena Eva. Mi nombre es compuesto, Cristina Eva. No suena muy bien, pero contiene el nombre de la "primera mujer" (si obviamos a Lilith). Recuerdo que un profesor me lo dijo en una ocasión: "tienes el nombre de la primera mujer en tu nombre". No sé si quería decir algo que a mí se me escapa o era solo por epatar, lo que sí sé es que no me gustaba cómo este profesor nos hacía sentar en su mesa para dar la lección: si te sentabas lejos de él, te apretaba la rodilla para que te acercaras... eso nunca me gustó.