martes, 28 de octubre de 2008

TÍO VIVO






Cuenta las vueltas que podemos dar
quizás algunos puedan vernos riéndonos
piensa en las bromas que no hiciste ayer
como las noches juntos siempre perdiéndonos
y lo insinuabas en tu voz bebiendo helio...
no existen lugares imposibles...

Como hiciste la primera vez
todo para dentro...

Lagarto del desierto
conmigo dentro
en un apartamento
en un asiento para dos
Lagarto del desierto
Lagarto del desierto

Cuenta en pecado qué soñaste hacer
y qué no hiciste porque acaba excluyéndome
mejor estirarnos dentro de una red
creando formas acariciando un triángulo
y lo insinuabas en tu voz bebiendo helio...
no existen lugares imposibles...

Como hiciste la primera vez
todo para dentro...
Lagarto del desierto
conmigo dentro
en un apartamento
en un asiento para dos
Lagarto del desierto
Lagarto del desierto
Bebiendo el viento
Y en un asiento para dos

Ivan Ferreiro, "Relax"

AYER A LA INVERSA





"Ayer fue miércoles toda la mañana.
Por la tarde cambió;
se puso casi lunes,
la tristeza invadió los corazones
y hubo un claro
movimiento de pánico hacia los
tranvías
que llevan los bañistas hasta el río [...]"

Ángel González.

domingo, 26 de octubre de 2008

BOTÓN







Para muestra un botón.

http://es.youtube.com/watch?v=7xLgEschE2o (así llegó,la primera canción del concierto)
http://es.youtube.com/watch?v=o60bRo00kno
http://es.youtube.com/watch?v=Va0Zb5X2T90
http://es.youtube.com/watch?v=PxEs6dv3S5g (Aviso: el pavo que se oye no es Ivan Ferreiro, el Ivan Ferreiro es el tipo que canta, vaya, el que afina... Pero la voz principal es lo más!! Un gran fan)
http://es.youtube.com/watch?v=04KF5z18Qjo
http://es.youtube.com/watch?v=BA7z8PmNbng
http://es.youtube.com/watch?v=f44CAcwDmXU
http://es.youtube.com/watch?v=K0hzPRfeMRo&feature=related
http://es.youtube.com/watch?v=5hI2FhtAVkY&feature=related
http://es.youtube.com/watch?v=L7gF9Ws1a20&feature=related

sábado, 25 de octubre de 2008

LAS CUENTAS CLARAS



Entradas al concierto de Ivan Ferreiro: 2 por 22 leuros cada una.

Tirar la botella de agua a la entrada del local: cabreo gratuito pero muy bien llevado y la boca seca el lunes en el trabajo.

Una cerveza a la espera en la barra del Razzmatazz: 3.50 euros.

Pija besucona en la "fila" de delante: chaqueta blanca atada a la cintura, pelo rizado bien engominado, culito respingón. Tintorería + peluquería + masajista... ufff... eso te pasa por no saber dónde plantas el culo, petarda.

Pedro cruzado de brazos, con lumbago y media sonrisa: no tiene precio.

Canciones del nuevo disco en directo: 5 leuros.

Canciones ferreiras, de las de siempre: 10 leuros.

Interacción del grupo con el público: 2 leuros siendo generosa.

Último bar de la noche donde rajar del concierto: 3.80 por dos birras. Espectáculos varios: chino durmiendo en diagonal al mantel de la mesa, meretrices cargadas de años en el local, ludópata en la tragaperras, pareja en proceso de separación a mi espalda, grupito guay que sale del teatro, o sea, megaguay.... Un espectáculo.

Pie hinchado de vuelta a casa: tobillera 1.70, bolsa de hielo del Monem, pitis de espera, música de un grupo pratense, dos cojines de La Mallorquina, una peli en el portátil... hasta caer... El tiempo es gratis, ¿no?

Unas risas mañana en casa de Angélica: una tortilla de patatas maiquil y una botella de vino.

Ver a la Paula relajada: unas bravas en breve.

La Gazmoña suavona: abrazos varios.

Marc sonriente: su niña al lado, un par de llamadas telefónicas con cotilleos, alguna conversación candente y su bici esperándole fuera.

El Joan despertando: dos o cuatro birras, una cena sueca, un par de carantoñas.

Dinero es deuda.
http://es.youtube.com/watch?v=wkdtJoZ4kFQ

jueves, 23 de octubre de 2008

KAFKA EN LA ORILLA








- Sí, tal vez -asiente el joven llamado Cuervo. Deposita el pisapapeles sobre la mesa y cruza las manos por detrás de la cabeza-. Pero aquí no acaba el asunto. Parece que no haga más que echarte jarros de agua fría, pero yo no tengo muy claro que yéndote, por muy lejos que te vayas, puedas escapar. Me da la impresión de que no hay que confiar demasiado en la distancia.

Pienso una vez más en la distancia. El joven llamado Cuervo lanza un suspiro y se presiona los párpados con las yemas de los dedos. Me habla con los ojos cerrados, desde el fondo de las tinieblas.

- Juguemos a lo de siempre -propone.
- De acuerdo -digo. Yo también cierro los ojos y, en silencio, respiro hondo.
- ¿Listo? Imagínate una tempestad de arena terrible, terrible de verdad -dice-. Y olvida cualquier otra cosa.

Tal como me ha dicho, imagino una tempesta de arena terrible, terrible de verdad. Y olvido cualquier otra cosa. Incluso quién soy. Me quedo en blanco. Las cosas van aflorando en seguida. Y él y yo las compartimos en el viejo sofá de cuero del estudio de mi padre, como siempre.

- A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar -me comenta el joven llamado Cuervo.

A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentado evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos que guarde relación contigo. Esta tormenta, en difinitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte de cabeza en ella, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta.

Me imagino una tormenta como ésa. un blanco remolino que apunta al cielo, irguiéndose vertical como una gruesa maroma. Mantengo los ojos y las orejas fuertemente tapados con ambas manos. Para que la fina arena no se me meta en el cuerpo. La tormenta se acerca deprisa. Desde lejos puedo sentir la fuerza del viento en la piel. Va a engullirme de un momento a otro.

El chico llamado Cuervo posa con suavidad una mano sobre mi hombro. La tormenta de arena se desvanece. Pero yo continúo aún con los ojos cerrados.

- Tú, ahora, tendrás que ser el chico de quince años más fuerte del mundo. Sólo así lograrás sobrevivir. Y, para ello, deberás comprender por ti mismo lo que significa ser fuerte de verdad. ¿Entiendes?

Me limito a permanecer callado. Me gustaría hundirmo poco a poco en el sueño sintiendo su mano sobre mi hombro. Un tenue aleteo llega a mis oídos.

- Tú, ahora, pronto te convertirás en el chico de quince años más fuerte del mundo -me repite al oído en voz baja el joven llamado Cuervo mientras me dispongo a dormir. Como si tatuara con tinta azul oscuro estas palabras en mi corazón.


Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase. Muchas personas han derramado allí su sangre y tú, asimismo, derramarás allí la tuya. Sangre caliente y roja. Y esa sangre se verterá en tus manos. Tu sangre y, también, la sangre de los demás.
Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.



El día de mi decimoquinto cumpleaños me escapé de casa, me marché a una ciudad desconocida y empecé a vivir en un rincón de una pequeña biblioteca.




KAFKA EN LA ORILLA, Haruki Murakami

lunes, 20 de octubre de 2008

PECADILLO




Abro el grifo de la cocina algunas mañanas cuando Patri se está duchando y amenaza con tardar. ¡Es que no me gusta esperar!


Tiene más gracia si lo cuentas, ya lo dice A. Pérez-Reverte.

BOLETAIRE DE CIUDAD




Mucho mapa y mucha leche y al final me lanzo a la aventura, a la búsqueda de Codorniu, sin un puto nombre en la boca, sin saber la calle, ni la zona, ni el apellido de mi alumno, ni nada. Un ratazo caminando, tanto que casi me salgo de Esplugues, y otros tantos minutos desandando el camino hasta que me siento en un banco , llamo a la desesperada a mi jefa y me da permiso para coger un taxi que me lleve a las oficinas "que él ya sabrá dónde está, no te preocupes, mujer" y yo cuelgo pensando que nunca he tenido mucha fe en ese colectivo y acosando con la mirada a una rubia de bote con lo suyo morenote que avanza parsimoniosamente portando varias bolsas con botellas de la compañía y se para a tres metros exactos de mi lugar de reposo. En frente de la Nestlé, ¿tanto costaba decirlo? No, venga, vamos a contar concesionarios de coches y gasolineras en el camino. Total, mira tú, me queda más de media hora para entrar así que voy a dedicarme al deporte de la observación.



En esta zona hay, sobre todo sobre todo, muchos coches, edificios feísimos y gente que no sé de dónde huevos sale ni adónde va pero que tiene que pasar obligatoriamente por el reducto insignificante donde estoy apostada, motivo por el cual no puedo ni cruzar las piernas para no provocar atropellos o, en el mejor de los casos, retenciones de tráfico.



Teoría 1. Lo de la crisis en el sector automoción no tiene tanto que ver con la crisis económica sino con que la gente ya se ha comprado tantos coches como le cabían en su garaje y en el extrarradio de la ciudad. Mi estadística a pie de carretera (a un escaso metro de ella) muestra que en nueve de cada diez coches va el conductor simplemente acompañado por la típica mosca que se te cuela al abrir la portezuela y que, a su vez, no tiene automóvil porque no dio la casualidad de que se colara en un banco hace un tiempo y pidiera un crédito.



Teoría 2 o cabezonería. Las cosas deberían ser como te las imaginas, ni más ni menos. Yo esperaba una masía rústica con reforma interior y un guarda a la entrada que me enseñaría las bodegas mientras espero y me regalaría un par de botellitas en agradeciemiento por haber viajado hasta el culo del mundo, pero no. La entrada está desierta, ni un portero ni un botones ni un ejecutivo. Un gracioso decidió hacer experimentos con la colocación aleatoria de los botones numerados del ascensor que debes buscar mirando a izquierda, derecha y centro... Estoo... ¿era necesaria tanta creatividad?



En el segundo piso la recepción está habitada por un sesentón que me pide los datos antes de darme una tarjeta de plástico atada a un cordel plateado que pretende que me ate al cuello como medida disuasoria para que no arramble con toda la información privilegiada que se cuece en los salones revestidos de madera del interior al que, ahora ya sí, puedo acceder. Amablemente me invita a sentarme mientras mi pupilo termina sus quehaceres laborales. Cojo el QUO y leo observada por él. Pasan 4 ó 5 personas así que me entero de que el Sr. Francesc, que así se llama, tiene el poder de entender a la Sra. de la limpieza -yo no entiendo ni jota, parece que tenga un zapato en la boca, no sé si me ha dicho hola o me ha mentado a la madre-, que le encantan los callos y otras exquisiteces semejantes (increíble el monólogo de diez minutos con tono seductor y varonil, casi susurrado, en el que el amigo ha nombrado un manjar tras otro, deleitándose, intercalando varias veces la afirmación "yo me lo como todo todo" con tono de perro cachondo... si cuando dicen que en el trabajo es donde más se folla... ), que el abuelo se defiende mejor que yo en inglés y que no se fía de mí ni un poquito porque cada vez que desaparece cierra las puertas de cristal automáticas con un mando a distancia y me mira de refilón.



Después de una hora el Sr. Francesc me dice que la reunión de mi estudiante es muy importante y me ofrece, el muy salao, un vaso de agua. Justo a tiempo, cuando ya estoy saliendo para comprobar que en el cartel no pone Fontvella ni Lanjarón, aparece, por fin, James, inglesísimo y con cara de cansancio. El Sr. Francesc no tiene neuronas suficientes para memorizar todo lo que mañana será la comidilla de la planta: que me ha dado dos besos, se ha disculpado mil veces y me ha anulado la clase, en resumen, con un lo siento, con lo lejos que estamos, espero verte el lunes próximo, guapa, que te vaya bien...



Recojo mis papeles y desaparezco arrastrándome hasta el autobus. Qué día más largo, coño. Viva Freixenet.

DESESPERACIÓN




La noche de los domingos es una mezcla de cansancio, insomnio, pesadillas y tic solitario. Acomodada en esas tardes perrísimas de mecedora, sofá, silla y bizcocho recién hecho que engrandecen el trasero y amodorran el ánimo me pongo a pensar, cada domingo, en las horas que contaré hasta que amanezca. Esta última madrugada en mi psicosis de duermevela alguien conectaba el microondas y todos sabíamos que nadie sobreviviría a la explosión, un cortapichas enorme salía del agujero de la lámpara del techo y rastreaba desde arriba, el ordenador estaba encendido y roncabas a las tres y unos minutos, me dormía sin poner la alarma y llegaba tarde a clase (pesadilla que se repetía dos veces)... y así hasta las seis. Lo estúpido es que todavía no me ha entrado en la cabeza que cerrar los ojos no es equivalente a sueño así que me emperro en ello hasta que suena, por tercera vez, el reloj, a las siete de la mañana. Todo negro, tres gatos en la calle, enfilo Ramblas hacia arriba apretando los dientes, cabreada. No está pagado este madrugón, para todo lo demás Master Card.