lunes, 20 de octubre de 2008

DESESPERACIÓN




La noche de los domingos es una mezcla de cansancio, insomnio, pesadillas y tic solitario. Acomodada en esas tardes perrísimas de mecedora, sofá, silla y bizcocho recién hecho que engrandecen el trasero y amodorran el ánimo me pongo a pensar, cada domingo, en las horas que contaré hasta que amanezca. Esta última madrugada en mi psicosis de duermevela alguien conectaba el microondas y todos sabíamos que nadie sobreviviría a la explosión, un cortapichas enorme salía del agujero de la lámpara del techo y rastreaba desde arriba, el ordenador estaba encendido y roncabas a las tres y unos minutos, me dormía sin poner la alarma y llegaba tarde a clase (pesadilla que se repetía dos veces)... y así hasta las seis. Lo estúpido es que todavía no me ha entrado en la cabeza que cerrar los ojos no es equivalente a sueño así que me emperro en ello hasta que suena, por tercera vez, el reloj, a las siete de la mañana. Todo negro, tres gatos en la calle, enfilo Ramblas hacia arriba apretando los dientes, cabreada. No está pagado este madrugón, para todo lo demás Master Card.

No hay comentarios: