lunes, 8 de septiembre de 2008

PERDER




En el Café de la Amistad trabajan como camareros dos libaneses. Cualquiera diría que es su propio negocio porque yo no he visto a nadie más que a ellos servir lo que se tercie, a cualquier hora, a quien sea, en todos los idiomas posibles. Me reciben con toda suerte de gracias y piruetas, encantadores como siempre, preguntando por las vacaciones que no he tenido y sorprendiéndose sin preguntar demasiado hasta que hablo por mí misma y les despejo dudas. Me pregunta el que lleva quince años viviendo en España si quiero aprender árabe y que si el chico que siempre está conmigo en esta mesa es mi marido. Los libaneses son gente de preguntar, ya lo hacía Elías, anoto. Le explico que trabajamos en un libro para chinos. "Mira, Diputació 3, Aragó 2, algunos más en esta zona de Gran Vía en dos meses... Tú eres lista, tienes visión de esa, del futuro...¿estás sin trabajo ahora? No te preocupes, chica inteligente seguro que encuentras un lugar pronto..."

La lumbreras ha perdido el tiempo esta tarde, o algo parecido diría mi padre. No he trabajado, no he ganado dinero -al contrario, jodíos- no he aprendido ningún idioma ni he participado de ninguna actividad extraescolar. Después de mi curro con horario de funcionaria -segundo curro en un mes, todo hay que decirlo- he callejeado por avenidas soleadas hasta tener hambre. Picoteo y revisión de mails en casa, más picoteo y charla teórica en una terraza muy bien acompañada, cañitas posteriores y parloteo en el bar de los libaneses...

Lo de perder el tiempo, en mi casa, siempre fue una gran tragedia hasta que llegué aquí. En este limbo donde sopla el viento justo, donde las horas se reparten y ya está -sin dedicarle más a la parcela laboral o parejil- no hay momento para la desidia, la apatía o el conformismo. Disfrutaré del primer puente de mi mayoría de edad este viernes.


No he perdido un par de trabajos. Menos dinero por más vida interior. Una buena mano, como mínimo una escalera bananera. Arroz chumascado con un poco de mantequilla. Millás hablaba de una mujer de la que se enamoró por su herpes labial y a la que dejó de querer cuando se le curó.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dinos la verdad. En realidad trabajas para el govierno chino y quieres meter miedo al resto de propietarios de bar insinuando que el futuro es vuestro ( de los chinos) Trabajas de achantadora secreta, confiesa.
Una cosa mas, trabajo secreto o sin secretear, algunas tardes se han hecho para perderse (pero no muchas )
Besines

Anónimo dijo...

qué bonito perderse para luego acabar encontrándose (que remedio). Del choque con la realidad solo nos salvan pequeños momentos de evasión como este.
La Gaz

Anónimo dijo...

cuánto tiempo sin pasar por akis, que menos que dar un poquito más la brasa no? dos de la mañana y aki de insomnio neng, me voy a ir yendo ya pa la cama que mañana toca limpieza general (por dios que alboroto)Fin de semana productivo: ahora que, por fin, compro folios me quedo sin tinta en la impresora. Menos mal que tengo dos wuenas canciones de los chunguitos pa bailar en el comedor que si no... en fins bona nit presiosa. Gaz gazeando