miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Por qué no te callas?

¿Por qué no te callas?

Pues no me callo porque tengo algunas cosas que decir (aunque no las diga a la vez, ni en el mismo día, ni a la misma persona o sí, aunque ni siquiera sean mega inteligentes) pero tengo algo que decir, guste o no.

No me callo porque es la mejor manera de poner a prueba mis convicciones. Si me replicas, si me llevas la contraria, si me convences o sometes a tu idea... me lo tomaré como una carícia que llega desde el látigo de un fan del sado. Tiene que ser por las buenas, eso sí. Por las malas me escuece demasiado como para no plantearme lo de no coger algunas llamadas. Viene a ser algo así como que no me cuentes tu vida si no estás dispuesto a que te corte un par de veces y otras tantas te haga preguntas insidiosas y todavía más veces te diga algo que no quieres escuchar. Conste que mi teléfono no lo tiene mucha gente, vaya, que no se lo doy al primer pringao que se me cruza.

No me callo a veces porque me cabrea asentir a afirmaciones vacías, poner sólo la oreja (y no la carne) en el asador de los futuros que cocinan otros, que me suelten un discurso y no me pregunten qué tal estoy, qué pienso, cómo lo veo, si tengo algo mejor sobre lo que parlotear... Es un tema de educación: asegúrate antes de empezar a pedir a gritos que te sujeten la cabeza de que no hay otro en peores circunstancias que tú. Vendría a ser como cuando B dice que tiene "apetito" y C que se está "muriendo de hambre". Parece lo mismo pero es muy cutre si B lo dice delante de C.


En el resumen de llamadas de mi móvil, las recibidas multiplican las realizadas. ¿Cómo interpretar este dato?


a. Mis llamadas son ridículas. Tengo una historia, cojo el móvil y me solucionan el tema en dos minutos. Mis amigos me dan soluciones oportunas y convincentes. No tengo que discutir nada. Es tan obvia la solución a mi "problema de mierda" que cuelgo rápido y abochornada la mayoría de las ocasiones.

b. Siempre que yo llamo a mis colegas, ellos tienen mejores cosas que hacer que atender a mis chuminadas. Soy experta en interrumpir las comidas (sean del género que sean).

c. Cuando llamo a X intento dar soluciones prácticas y rápidas. Total, cualquiera que me conozca sabe que odio hablar por móvil, Skype, Msn y etc... pero que eso no significa que no me importen sus historias. A mí me cuentan S y yo escucho hasta que se me ocurre V -en plan abogada del Diablo- y nos interrumpimos con tal de llegar al meollo de la cuestión y encontrar una respuesta. Este tipo de llamadas consumen la mayor parte de mi facturación pero las doy por bien empleadas precisamente por ese NOS recíproco, por ese rollete de tú dices y yo digo y ahora ponte a prueba y luego pelota en mi tejado. Aprendemos todos.

Me quedo con una mezcla de A, B y C. Más de A y C, la verdad.


Una sóla vez en mi vida me han soltado eso del "¿Por qué no te callas?" y parece que no se me va a olvidar en breve. Ponerme al mismo nivel de Hugo Chávez no ha mejorado mi autoestima ni mi amor a las tecnologías.







Del "¿Por qué no te callas?" voy a pasar al "¿Por qué me llamas a estas horas?" - tema estupendo de Standstill-. De mi facturación se deduce fácilmente que hay quien llama simplemente por llamar, y ya mola pero... habría que hacer una evaluación a conciencia y ver en qué casos eso se produce:

a. Peña agobiada que tiene ganas de revelar su rollo a un segundo ente pensante.

b. Peña con ganas de broma a la que le apetece compartir su momento "buen rollo".

c. Peña sin ganas de nada que te llama a ti como podría haber llamado a la vecina del cuarto... pero es que contigo tiene muuucha confi y a la del 4º apenas le dice "hola".

d. Peñazo de peña que te ha cogido la matrícula y sabe que no te mola eso de polemizar ni de discutir sin más y que se aprovecha de tu momento flojo para meterte un discurso que ni el Steve Jobs en sus principios.

e. Peña inclasificable -más de los que sospechábamos-. Del palo "quiero hablar de mi libro que es una puta mierda pero no quiero que lo analices ni que digas nada de nada sobre él".



Estoy en una noche puñetera. No me convence lo que he escrito pero me niego a cambiar una sola coma por más que sepa, desde ya, que mañana a primera hora todo me chirriará. "Petarse", qué gran concepto.

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