lunes, 26 de julio de 2010

VACACIONES

Estoy de vacaciones. Ahora mismo, mientras lees, le voy dando a la turbina que maneja el pensamiento profundo. Es difícil sacar algo en claro de ahí. La pescadora se relaja, respira, pincha un coreano que amenaza con meterle un bocado, prepara la caña -pasa el hilo por cada agujero, lo ata al peso, le enchufa el anzuelo con doble lazada, acaba pasando al gusano de la barrita al señuelo- y tira bien lejos, lo más lejos que puede. Todo el mundo piensa que más lejos significa pescado más gordo. Su tiro de principiante se queda a medio camino... la pescadora apesta a mar y a coreano por más que se lave las manos en las olitas que llegan a lamer sus pies. Los pescados gordos saltan a lo lejos. Los pescados medianos se ven sorprendidos por las gaviotas que se lanzan en picado a buscarlos. Los pescados minúsculos me lamen las heridas de los pies.


En los espigones recupero la esencia de lo que soy y de lo que quiero ser. Salto de roca a roca, con cuidado, atrapo cangrejos, lanzo mis manos a los mejillones, rebusco en la arena hasta encontrar coquillas -o como se llamen- y me asusto de lo profundo también en este medio acuático. Braceo descontrolada al darme cuenta de que mis pies ni rozan la tierra si me pongo en vertical. Me entra el pánico después de caer hacia abajo unos cuantos metros a la búsqueda del fondo que me catapulte a la superficie.


Si le preguntas a la gente si le gusta quedarse en la superfície te dirá, en un 90%, que no. Me parece más de fiar el 10%. Los fantasmas no son buenos para nadie.


Las apariencias son muy putas, ¿te das cuenta? Es como cuando te llama alguien y te propone un plan de puta madre, completamente inesperado -y lo de que no se espera puede ser por muchas cosas: porque nadie tiene tiempo suficiente, la pasta necesaria, las ganas para hacerlo, la confianza apropiada, el ímpetu indispensable, el alehop imprescindible...- y lo rechazas sin más, y te acuestas esa noche sin dedicarle ni el más mínimo pensamiento a la propuesta... porque no era en serio y estás tan convencida de que no iba de verdad que no te reconcome por dentro ni tienes pesadillas con ello ni te supone un trauma.



No es que yo haya aprendido del 10% que os hablaba... ojalá... pero es que estoy de vacaciones y eso lo cambia todo, absolutamente todo. No soy la misma, está claro, que el resto del año; No es que me la pele el mundo pero... no voy a perder ni un solo día de estos catorce por hacer algo que no me apetece, o pugnar por hacerme notar postivamente en donde no se me requiere, o enfrentarne a fantasmas y pajas mentales ajenos que no puedo eliminar... ni quiero.

Esto es nuevo... Tengo el convencimiento de que cada uno tiene sus propios fantasmas y de que cada cual debe resolver su relación con ellos. A los míos les he montado un tenderete en el que deben ir cogiendo número para venir a visitarme. A los de otros les doy un flyer en el que les invito a unas birras y me así me doy tiempo para "encararme" a ellos.. o lo que sea.


No es que haya una gran fila... es que la cola de ese fantasma me quita tiempo y me preocupa. ¿Volver a la infancia? ¿Volverá a crecer? Una lagartija sin cola da la mitad de miedo... no sé por qué. Cualquiera pensaría que ahora sí está enfadada y con motivos pero, en realidad, todos pensamos que, superficialmente, impone mucho menos, ¿no?.


Total, que estoy de retiro, de reposo, de vacaciones... y más o menos todo sigue igual. Lo iba a etiquetar como lucha entre bondad y maldad pero no me convence. Yo soy medio buena y medio mala, eso está casi decidido por unanimidad... ¿cómo podría juzgar a nadie? En cuanto tenga una primera resolución me pongo con el resto de temas.

Como dicen en "Aquí no hay quien viva", tengo las arras preparadas para echarlas a la primera máquina tragaperras que me encuentre. "¿Cómo va a estar el futuro en las manos? ¡Anda! ¡¡¡Está en las cartas!!!"

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