jueves, 25 de septiembre de 2008

MANDARINAS




El otoño más allá del caledario empieza el día en que te pones manga larga y te metes una chaqueta en el bolso. Sábado 20 de septiembre, dos camisetas y una cazadora viendo a Love of Lesbian; aparece esta mujer al lado de Santi Balmes. Lengua bordeando el labio inferior... Qué bien huele la piel recién despertada en otoño... Voy a abrir la ventana y a desempolvar las mantas.


http://www.youtube.com/watch?v=dOq1cOKunhs
http://www.myspace.com/zaharapop


OLOR A MANDARINAS
Huele a nuevo
como los libros del colegio cuando empieza,
como a tostadas recién hechas,
como cuando miras como si no lo hubieses hecho nunca.
Y vas a oscuras
buscas a tientas el olor a mandarinas
y respiras y nos gusta aunque no me lo digas
que luego hacerlo no nos cuesta nada.

No quiero un final feliz
sólo quiero serlo.
Esparcir el amor
retrasar el momento de irnos
Y al despegarnos no dejar
inmolarse el pecho.
Repartir el placer
prolongar el encanto de vernos.

Huele a casa
como al volver de vacaciones en septiembre,
como a café con leche hirviendo,
como manta y tele,
como si fueras tú el que has sido siempre.

No quiero un final feliz
sólo quiero serlo.
Esparcir el amor
retrasar el momento de irnos
Y al despegarnos no dejar
inmolarse el pecho.
Repartir el placer
prolongar el encanto de vernos.

Flotar y brillar.
Irradiar, alumbrar.

lunes, 8 de septiembre de 2008

PERDER




En el Café de la Amistad trabajan como camareros dos libaneses. Cualquiera diría que es su propio negocio porque yo no he visto a nadie más que a ellos servir lo que se tercie, a cualquier hora, a quien sea, en todos los idiomas posibles. Me reciben con toda suerte de gracias y piruetas, encantadores como siempre, preguntando por las vacaciones que no he tenido y sorprendiéndose sin preguntar demasiado hasta que hablo por mí misma y les despejo dudas. Me pregunta el que lleva quince años viviendo en España si quiero aprender árabe y que si el chico que siempre está conmigo en esta mesa es mi marido. Los libaneses son gente de preguntar, ya lo hacía Elías, anoto. Le explico que trabajamos en un libro para chinos. "Mira, Diputació 3, Aragó 2, algunos más en esta zona de Gran Vía en dos meses... Tú eres lista, tienes visión de esa, del futuro...¿estás sin trabajo ahora? No te preocupes, chica inteligente seguro que encuentras un lugar pronto..."

La lumbreras ha perdido el tiempo esta tarde, o algo parecido diría mi padre. No he trabajado, no he ganado dinero -al contrario, jodíos- no he aprendido ningún idioma ni he participado de ninguna actividad extraescolar. Después de mi curro con horario de funcionaria -segundo curro en un mes, todo hay que decirlo- he callejeado por avenidas soleadas hasta tener hambre. Picoteo y revisión de mails en casa, más picoteo y charla teórica en una terraza muy bien acompañada, cañitas posteriores y parloteo en el bar de los libaneses...

Lo de perder el tiempo, en mi casa, siempre fue una gran tragedia hasta que llegué aquí. En este limbo donde sopla el viento justo, donde las horas se reparten y ya está -sin dedicarle más a la parcela laboral o parejil- no hay momento para la desidia, la apatía o el conformismo. Disfrutaré del primer puente de mi mayoría de edad este viernes.


No he perdido un par de trabajos. Menos dinero por más vida interior. Una buena mano, como mínimo una escalera bananera. Arroz chumascado con un poco de mantequilla. Millás hablaba de una mujer de la que se enamoró por su herpes labial y a la que dejó de querer cuando se le curó.